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El balcón habla: lo que revela una ciudad cuando nadie se asoma

Por Yermys Peña

El 8 de mayo de 2025, el mundo volvió a mirar hacia uno de los balcones más emblemáticos de la historia: el de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Tras la muerte del Papa Francisco, fue allí donde el recién elegido Papa León XIV apareció por primera vez ante los fieles. La imagen del nuevo pontífice saludando desde esa altura, con la plaza llena de rostros expectantes, nos recordó algo esencial: un balcón nunca es solo una estructura. Es un símbolo. Es una presencia. Y su vacío también dice algo.

Ese mismo balcón ha quedado a veces en silencio. Como cuando no hay elección, como cuando muere un Papa. El espacio se siente distinto. El aire pesa. La ausencia se vuelve arquitectura.

Los balcones tienen ese poder: son escenarios de lo íntimo vuelto público. Desde el de Julieta en Verona, que simboliza el amor romántico, hasta el de Eva Perón en la Casa Rosada, convertido en tribuna política y emocional, o el de los Reyes de España saludando desde el Palacio Real. Incluso en nuestro Caribe, el balcón del hipódromo donde Trujillo se hacía ver como figura central del poder. En todos los casos, esos balcones fueron mucho más que una baranda: fueron herramientas narrativas. Mensajes de poder, de encuentro, de afecto, de autoridad o de despedida.

Y si trasladamos esa mirada al urbanismo contemporáneo, el balcón sigue siendo una frontera cargada de intención.

Arquitectura del vínculo

Diseñar un balcón es mucho más que calcular volados. Es preguntarse: ¿Este espacio mira al mundo o se protege de él? ¿Lo conecto con la calle o lo disimulo en fachada? ¿Será usado o será decorativo? ¿Qué dice del habitar?

En muchas ciudades, los balcones desaparecen en nombre de la estética minimalista o la eficiencia constructiva. En otras, se sellan con cristales por miedo al ruido, al polvo, al otro. Pero cada vez que un balcón se anula, algo se corta en la relación entre lo privado y lo público.

Como escribió Jane Jacobs en Muerte y vida de las grandes ciudades, “debe haber ojos en la calle, ojos pertenecientes a los llamados propietarios naturales de la calle.” Ella entendía que la vitalidad y seguridad urbana dependen en parte de la observación natural que ocurre desde las ventanas y los balcones. Son puntos de conexión, de vigilancia suave, de presencia compartida.

Balcones que observan o se esconden

En arquitectura tropical, los balcones son espacios de sombra, de clima, de vida cotidiana. Pero también son lugares de resistencia emocional. Durante la pandemia, vimos cómo volvieron a ser relevantes: desde allí se aplaudía al personal médico, se cantaba, se saludaba. Eran un refugio, pero también un puente. Nos conectaban sin tocarnos.

Hay balcones que permiten mirar sin invadir. Respirar sin huir. Acompañar sin estar dentro. Y hay otros que evidencian lo contrario: el miedo, el encierro, la desconexión. La decisión de cerrarlos o abrirlos siempre cuenta algo.

Diseñar la frontera

Desde el urbanismo, deberíamos volver a pensar el balcón no como un accesorio, sino como una pieza de infraestructura emocional. Su presencia puede cambiar la forma en que se percibe una calle. Puede hacer que un edificio dialogue con su entorno, o se vuelva indiferente a él.

Un balcón, por pequeño que sea, también es ciudad. Es una narrativa en alto. Es la escena donde la vida cotidiana se vuelve visible. Donde una planta crece, una silla espera, una mirada acompaña.

Hoy, cuando el mundo observa el Vaticano, ese balcón vuelve a recordarnos que el espacio tiene memoria. Que el gesto de asomarse, de mostrarse, de hablar desde un lugar visible, no es neutro. Es una decisión con impacto simbólico y cultural.

En la arquitectura cotidiana, ese impacto también existe. En cada vivienda que se conecta con la calle o se esconde de ella. En cada edificio que abre un lenguaje con su entorno o lo clausura.

El balcón es el punto exacto donde la ciudad toca al habitante… y donde el habitante puede decidir si quiere mirar o quedarse dentro.

La autora es arquitecta y empresaria de la construccion. Miembro del Forbes Business Council. 

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