Uno de los gastos que cada mes se suma al presupuesto familiar consiste en la cuota de mantenimiento, asignada a los condomines que residen en apartamentos multifamiliares, regidos por la Ley de Condominios, que en República Dominicana data del año 1958.
Este ordenamiento jurídico obliga a todos los habitantes que viven mancomunados a desembolsar un pago fijo para mantener acondicionadas las áreas comunes. El artículo cuatro dice, refiriéndose a los propietarios que cada uno “Estará obligado a contribuir proporcionalmente a las cargas relativas a la conservación, mantenimiento, reparación y administración de las cosas comunes”.
Agrega que “A falta de convención contraria, esa contribución será proporcional al valor de las fracciones divididas del inmueble, teniendo en cuenta su extensión y su situación. El porcentaje que se fije en el reglamento que deberá registrarse al someterse la propiedad al régimen de esta ley, solo podrá modificarse por el acuerdo unánime de todos los interesados”.
En nuestro entorno, normalmente en los edificios de clase media y media alta, el mantenimiento cubre los siguientes renglones de pagos: conserje que en muchos edificios funge igualmente como seguridad, agua, basura, energía de las áreas comunes, imprevistos, personal de seguridad, administración, jardinería, gas entre otros.
En muchos condominios existe la modalidad de asignar dos cuotas al año para cubrir las eventualidades, dado que regularmente la asignación mensual no alcanza para los arreglos cotidianos que se presentan en las áreas comunes de los edificios, como portones, intercom, luces, tinacos, cisterna y un largo etc.
En algunos incluso, la labor de administración recae en un voluntario que desempeña la labor sin ninguna remuneración y que encima tiene que cargar con las imprudencias e intolerancia de irrazonables vecinos que lo responsabilizan de la “carga” que cada mes deben desembolsar de sus bolsillos y que es obligación de todos.
El Inmobiliario ha presentado esta semana, y aún faltan, varios trabajos para reseñar la realidad de este servicio que tanto dolor de cabeza genera en la convivencia de los edificios, pues por lo regular los residentes desconocen que se trata de un cumplimiento legal, otros aún sabiéndolo echan de lado este compromiso cargando el presupuesto de quienes regularmente cumplen religiosamente con su responsabilidad.
Seguramente cada uno de quienes leen este artículo habrá vivido la experiencia de un vecino mala paga que altera los planes de la comunidad, desajusta las emociones, y además de moroso es el más engreído del grupo, el más guapo y el que mejor montado anda. Ah y el que más exige,
He vivido en carne propia esta realidad de vecino mala paga, dueño, que ha durado dos años sin pagar ni un centavo, mientras los demás corremos con las consecuencias de su acto irresponsable, desconsiderado y abusivo, por lo que nos corresponde a todos cumplir desde nuestros espacios con un pago que regularmente está sobre-comprometido cada mes.
No hay derecho a alterar el orden de la convivencia por un servicio que beneficia a todos por igual, que es parte de la normalidad de los edificios, que sirve para garantizar la permanencia de la inversión y del que dependen seres humanos que nos sirven de apoyo como cuando llegamos con la compra y necesitamos su mano amiga. Pague su mantenimiento y contribuya a la paz.