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La construcción fue uno de los sectores que la COVID-19 revolucionó, por múltiples razones, por un lado el confinamiento puso a los seres humanos a valorar y revalorar la pertenencia de una vivienda; la necesidad de contar con espacios más amplios, la existencia de recursos, dado que los gastos se redujeron durante el encierro, en fin las lecturas y los argumentos abundan.

Lo cierto es que las significativas cifras de compra y venta de viviendas en República Dominicana en 2021, ha sido motivo de júbilo para los constructores y agencias inmobiliarias, muchas de estas últimas calificaron el pasado año, como el de las “ventas récords”, entregaron reconocimiento a sus vendedores destacados y celebraron sus fiestas navideñas por todo lo alto.

Estas expresiones de satisfacción fueron respaldadas por organismos oficiales, como el Banco Central, que en su reporte de noviembre fijó al sector construcción, como el segundo responsable del empuje de la economía dominicana en el año 2021.

Pero no todo el tablero se movió a favor de la industria inmobiliaria, que fue golpeada por las alzas en los materiales de construcción y el retardo en la llegada de los fletes con la materia prima y los artículos que dependen de las importaciones. Muchos materiales utilizados en el proceso de construcción vienen de China, de donde se originó el virus, por lo que la cadena de distribución de los fletes se vio severamente afectada, repercutiendo en el comercio mundial.

La situación aún no termina, con las olas que cada determinado tiempo se avecinan con las variantes de la COVID-19, que provocan que los procesos vuelvan a detenerse. Ya en el país, los constructores han expresado que muchas de sus obras no podrán ser entregadas a tiempo, dada la situación; reportan escasez de materiales y alzas en los existentes.

En medio del panorama, el país ha empezado una escalada de aumentos de artículos de la canasta básica, la gasolina que sigue indetenible, los materiales de construcción como el cemento que los ferreteros denuncian, sigue aumentando de precio, por lo que se teme que se de un alza en cadena, que termine afectando los diversos sectores y el inmobiliario, no sería la excepción.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado la alerta.  “La economía mundial crecerá menos de lo previsto este año, principalmente debido a la desaceleración en Estados Unidos y China, señalando un horizonte ensombrecido por ómicron, alta inflación y alzas de tasas de interés”, señaló  en su informe “Perspectivas de la economía mundial» (WEO en inglés), que anticipa un repunte aún más magro en Latinoamérica.

Este panorama de alzas escalonadas registradas en los últimos meses han disparado las alarmas sobre el tema inflacionario y el panorama sombrío que podría avecinarse, por lo que debemos mantenernos atentos al discurrir de la situación.

El momento actual ordena que seamos prudentes, pues las consecuencias de la pandemia seguirán llegando y en menor o mayor proporción, ningún sector de la economía mundial escapará a la hecatombe de la COVID-19, que sigue su curso resistiéndose a marcharse y dejarnos en paz.