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Más allá del prejuicio: Desmontando los mitos sobre la mano de obra en la construcción dominicana

Antes de leer este artículo, es importante desconectar la parte emocional y conectar la parte racional del cerebro.

Este análisis se plantea desde la visión de quienes estamos ligados de forma directa y continua al desarrollo de obras en la República Dominicana, dentro de familias que por generaciones han trabajado en el sector construcción. Hablamos desde la experiencia diaria, desde la realidad de quienes conocen una obra por dentro, desde los cimientos hasta la entrega final. Cualquier persona que haya desarrollado, supervisado o construido en este país —sea como ingeniero, promotor, contratista o maestro de obra— sabe que lo que aquí se expone refleja lo que realmente pasa en el terreno, más allá de la narrativa que a veces se construye desde la distancia o el desconocimiento.

En los últimos meses, el sector construcción ha sido blanco de juicios ligeros, generalizaciones injustas y narrativas que se repiten más por emociones que por datos. A raíz del aumento en las tensiones migratorias, muchos han intentado deslegitimar una industria que, año tras año, sostiene buena parte del crecimiento económico del país.

Hoy desmontaremos tres mitos clave que se han instalado en el discurso público:

Mito 1: “En la construcción se paga mal y por eso los dominicanos no quieren trabajar”

Mito 2: “Los trabajadores están esclavizados y sin derechos”

Mito 3: “La construcción depende exclusivamente de mano de obra extranjera”

Y también hablaremos sobre la realidad del tema migratorio: sí, debe resolverse, pero sin distorsionar la verdad sobre un sector que genera movilidad social, empleo digno y oportunidades reales para miles de dominicanos.

Mito 1: “En la construcción se paga mal y por eso los dominicanos no quieren trabajar”

Según el Banco Central de la República Dominicana, el salario promedio nacional, al cierre de 2023, fue de RD$25,585 mensuales. Este promedio incluye empleados del comercio, sector público, zonas francas, servicios y sectores informales.

Ahora bien, en la construcción:

Un albañil oficial, con experiencia, puede ganar entre RD$2,000 y RD$3,500 diarios, lo que representa de RD$52,000 a RD$91,000 mensuales, considerando 26 días de trabajo.

Un plomero calificado puede generar entre RD$60,000 y RD$85,000 mensuales, dependiendo de su especialización.

Un carpintero estructural o de terminación, bien cotizado, puede devengar entre RD$2,500 y RD$3,200 diarios, es decir, de RD$65,000 a RD$83,000 mensuales.

Y aún más revelador: el nivel más bajo de la obra, es decir, el ayudante o peón —que usualmente no tiene experiencia técnica ni formación especializada— gana entre RD$1,000 y RD$1,500 diarios, es decir, entre RD$26,000 y RD$39,000 mensuales, superando también el promedio de muchos empleos formales.

A esto se suman beneficios como:

Transporte,

Almuerzo diario,

Herramientas suministradas,

Bonos de rendimiento,

Y, en obras organizadas, inscripción en la Tesorería de la Seguridad Social (TSS).

El INFOTEP capacitó en 2023 a más de 38,000 personas en oficios vinculados a la construcción, un crecimiento del 27 % con respecto al año anterior.

El problema no es el sueldo. El verdadero desafío ha sido la falta de inversión sostenida en formación técnica y en campañas que dignifiquen el oficio manual.

Mito 2: “Los trabajadores están esclavizados”

Nada más alejado de la realidad.

En este sector, los trabajadores tienen un alto nivel de movilidad laboral. Un oficial con experiencia decide dónde trabajar, cambia de obra si no le gusta el ambiente o las condiciones, y muchas veces elige su contratista, no al revés.

Además, los trabajadores de la construcción tienen pleno derecho legal a someter reclamos ante el Ministerio de Trabajo, sin importar su estatus migratorio. Esto no es teoría: cualquier desarrollador o contratista que haya trabajado en este país ha recibido, en algún momento, una citación o demanda laboral de parte de un extranjero que trabajó en una obra, incluso sin estar regularizado.

Es decir, no solo tienen protección: la ejercen.

En las obras formales se exige:

Seguridad industrial,

Equipos de protección personal,

Supervisores en higiene,

Registro en TSS,

Pagos por horas extra y feriados.

Según el Ministerio de Trabajo, el 64 % de las obras inspeccionadas en 2023 cumplían parcial o totalmente con las normativas laborales. Si bien queda camino por recorrer, no se puede reducir toda una industria a caricaturas de esclavitud o abuso.

Mito 3: “La construcción depende exclusivamente de mano de obra extranjera”

Este mito, repetido sin evidencia, ha ganado espacio en el debate público. Pero las cifras cuentan otra historia.

Según el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), en 2023, el 63 % de la fuerza laboral del sector construcción fue dominicana. Solo entre un 25 % y un 37 % de los trabajadores eran extranjeros, según la región.

Cada vez más dominicanos jóvenes se capacitan en áreas como albañilería, plomería, electricidad y terminaciones. Instituciones como INFOTEP, ITLA y programas técnicos del Ministerio de Educación han ampliado su cobertura, dando herramientas a quienes deciden progresar desde el oficio.

Y el resultado se ve: más cuadrillas dominicanas, más supervisores locales y más microempresas de servicios ligados al sector.

Una verdad que no se puede obviar: el tema migratorio sí hay que resolverlo

La inmigración irregular tiene consecuencias:

Presiona los servicios públicos,

Alimenta la informalidad,

Y crea distorsiones en el mercado laboral.

Reconocemos como necesario establecer controles efectivos, con visión humanista pero firme, que protejan tanto al trabajador como al sistema.

Pero eso no justifica desinformar sobre un sector que ha sido, históricamente, uno de los motores del desarrollo dominicano.

Construcción: el sector que levanta el país desde abajo

La construcción representa más del 10.6 % del PIB y genera más de 412,000 empleos directos e indirectos, según el Banco Central y el Ministerio de Trabajo.

El 80 % de los proyectos turísticos y residenciales son ejecutados por empresas y técnicos dominicanos, en coordinación con mano de obra local.

Y es un sector donde, como hemos dicho, incluso el ayudante que entra sin experiencia puede en pocos años convertirse en maestro, formar su propia cuadrilla y cambiar su realidad económica.

Eso es movilidad social real. Eso es lo que sí debería contar más.

Conclusión: menos prejuicio, más verdad

El discurso fácil de que la construcción explota, paga mal o depende exclusivamente de la migración carece de sustento si miramos los datos con objetividad.

Este sector no es el problema: es parte de la solución.

La construcción forma, integra, genera, dignifica y transforma. Y lo hace todos los días, en cada rincón del país, con obreros y técnicos que, aunque a veces invisibles en los titulares, son los verdaderos protagonistas del desarrollo nacional.

Joan Feliz
Joan Feliz
Es MBA especialista en marketing digital, gerente de operaciones de constructora Incaribe, con más de 10 años de experiencia en el sector construcción y turismo.
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