El pasado domingo publicamos la primera parte sobre las acciones que desfavorecen a un agente inmobiliario en su ejercicio de los bienes raíces. Hoy completamos la entrega sobre las prácticas que podrían estropear su éxito y buen desempeño.
Roles, competencias y responsabilidades
A pesar de que el agente inmobiliario puede haber pedido a los propietarios de una vivienda que se preparen para la visita de unos clientes, este debe recorrer previo la llegada de estos el inmueble y reorganizar rápidamente cualquier elemento que afecte negativamente el entorno.
Recomendar a quienes desean vender sus casas que las arreglen para una visita es parte de las competencias de un agente, aunque esconder rápidamente el cubo de la basura debajo del fregadero no, y sin embargo debe hacerlo si quiere intentar cerrar la venta.
No solo el pequeño esfuerzo que se necesita para ordenar esas cosas puede tener una gran influencia en los potenciales compradores.
Lógicamente ninguna oferta de empleo para el sector inmobiliario contempla dichas circunstancias o tareas “extras”, y sin embargo, un agente que realmente quiere tener éxito debe hacerlas.
Que el contrato de trabajo no estipule sobre las “tareas imprevistas”, no significa que un agente deba estar listo para solventar todo tipo de imprevistos que puedan surgir en el desempeño de su profesión.
Nunca debe decir que algo no es de su competencia
Los agentes inmobiliarios con muchos años de experiencia se habrán encontrado con tales situaciones, y además de compartir las historias a veces divertidas (y ocasionalmente impactantes) con sus compañeros de trabajo, también serán parte de sus habilidades.
Es muy importante que los agentes inmobiliarios tengan una buena capacidad de adaptación a las circunstancias, que sepan resolver situaciones imprevistas y logren salir de ellas de forma satisfactoria.
Hay que aprender de los errores
No todas las negociaciones se convertirán en un trato, ni todos los acuerdos se convertirán en una venta cerrada, tampco todas las ventas cerradas se convertirán en un cliente feliz.
Algunas veces las cosas suceden como fueron planificadas por el agente y otras no; muchas veces las operaciones inmobiliarias escapan del control del agente, y terminan por fracasar.
No son pocas las veces que estando los vendedores y compradores en la notaría una de las partes se levanta y no firma la operación.
Como tampoco es inusual que falte un documento para presentar al momento de cerrar la venta, o que el notario diga que la operación no se puede realizar por algún tipo de irregularidad.
Todos los agentes deben ser conscientes de que una venta se puede perder por diferentes variables, y ello no implica necesariamente que el profesional inmobiliario no hubiera tomado las precauciones del caso o que fuera negligente en su tarea.
- Cosas del destino
- Las cosas pasan por una razón
- No estaba para salir bien
- Nada es casualidad
- Por algo será
Como sea que el agente lo defina, la cuestión es que de los errores se aprende, y de las ventas no cerradas también.
Cuando un agente no logra un cierre o la operación inmobiliaria no se da, no hay fracaso, se gana experiencia.
Es muy importante que los agentes logren buenos niveles de resiliencia, y que ante las situaciones adversas sigan adelante.
Hay que analizar lo sucedido, para no volver a cometer el mismo error si es que lo hubo, y valorar el hecho como una oportunidad para extraer la enseñanza que permite el desarrollo profesional.
Cuando se cae una venta no es el final de la carrera profesional del agente, y de hecho con los años para los profesionales del sector es algo que aprenden.
Si las situaciones adversas se analizan desde otra perspectiva, el fracaso no existe, y el éxito que puede significar el cierre de una venta es sólo otra venta, y en cualquiera de los casos un agente debe seguir adelante de forma proactiva.
La gestión del tiempo y la puntualidad
La mayoría de los agentes inmobiliarios tienden a tener “agendas apretadas” y “horarios agitados”, por lo menos si es que su actitud profesional está orientada a lograr sus objetivos.
Es muy importante que el agente consiga una buena gestión del tiempo, que planifique su jornada laboral, y también que cuente con un sistema de gestión efectivo para conseguir aprovechar su tiempo lo máximo posible.
Nadie puede comprar tiempo, y sin embargo perderlo parece ser un hábito casi convertido en deporte para muchos profesionales del sector inmobiliario.
Es vital que el agente no pierda su tiempo, y también que no se lo haga perder a los demás; ni a sus compañeros de trabajo ni a sus clientes.
Todos los seres humanos contamos con la misma cantidad de horas al día, la gran diferencia es cómo gestiona su tiempo cada uno.
Cuando un agente dice “no tengo tiempo”, puede ser que no lo tenga realmente para ocuparse de cosas que no son prioritarias, o que simplemente no logre gestionar su horario de forma efectiva.
Los horarios de los agentes inmobiliarios no son tan estrictos como los de otros profesionales, el profesional debe adaptarse a las circunstancias, a las citas canceladas y a cualquier imprevisto que modifique su agenda.
Para lograr una efectiva gestión del tiempo, además de planificación, es necesario establecer prioridades, no permitirse caer en sumideros de tiempo, y por supuesto bajo ninguna circunstancia dejar entrar a los ladrones de tiempo.
La puntualidad es otro de los grandes asuntos que perjudican la agenda de un agente inmobiliario, y si bien el profesional siempre debe ser puntual, también tiene que exigir puntualidad a sus clientes, colegas y cualquier persona con la que interactúe.
La puntualidad es sinónimo de respeto y de educación, y los agentes inmobiliarios además de ser puntuales deben exigirlo.
Antes de que un agente rompa un compromiso es mejor que lo posponga, y si sufre un retraso hay que avisar que está en camino.
¿No es esa la manera de ganar respeto y de construir confianza y credibilidad?
Texto y Foto: https://www.costainvest.org/agente-inmobiliario-cosas-negativas.