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Desde impresionantes rascacielos o puentes suspendidos en el aire hasta túneles subterráneos o intrincados sistemas de alcantarillado. La ingeniería civil, la disciplina que se encarga llevar a cabo toda clase de infraestructuras necesarias para el desarrollo de la sociedad de la manera más económica y sostenible posible, no siempre es agradecida.

A veces, sus proyectos se traducen en imponentes obras admirables desde cientos de metros de distancia que consiguen ganarse el respeto de locales y turistas. Lo normal, sin embargo, es que sus encargos consistan en ejecuciones que pasan desapercibidas para la ciudanía pero que cumplen una función imprescindible.

Con el objetivo de reconocer ambos tipos de obras, la American Society of Civil Engineers (ASCE) eligió en 1997 las siete maravillas de la ingeniería civil del siglo XX. Su selección pretendía emular aquella que hicieron los autores griegos para reconocer las siete maravillas del mundo antiguo y se adelantó a la llegada de internet y las votaciones masivas, las cuales encumbraron a las siete maravillas del mundo moderno, las naturales y las ciudades maravilla.

«Las maravillas originales eran sitios asombrosos para contemplar, pero las maravillas modernas de hoy en día son más que impresionantes. Son obras maestras funcionales y operativas que han revolucionado la ingeniería civil y beneficiado a la humanidad. Las siete maravillas del mundo moderno son un tributo al deseo humano universal de triunfar sobre lo imposible», declaró Charles A. Parthum, presidente de la ASCE para anunciar su lista.

Fundada en 1852, la ASCE es la asociación de ingeniería más antigua de los Estados Unidos y en la actualidad representa a más de 150.000 profesionales de 177 países. En su selección, eso sí, Norteamérica aparece claramente sobrerrepresentada: tres de las siete obras de ingeniería civil escogidas son de Estados Unidos o Canadá, frente a una de Panamá, Brasil y Paraguay, Países Bajos, Reino Unido y Francia.

En concreto, las obras norteamericanas que finalmente aparecieron en la lista ―votada por los miembros que por aquel entonces formaban parte de la asociación― son el Golden Gate (1937), el puente colgante de San Francisco que con una longitud de 1,6 kilómetros marcó un récord que permaneció imbatido durante tres décadas; el Empire State (1931), el icónico edificio de 443 metros de altura de Nueva York construido en apenas trece meses; y la Torre CN (1976), la torre de radiodifusión de la ciudad de Toronto con un restaurante giratorio en su cúspide.

La lista de las siete maravillas de la ingeniería civil la completan el canal de Panamá (1914), el paso marítimo que revolucionó la navegación y que a día de hoy sigue siendo uno de los pasos más transitados del mundo; la represa de Itaipú (1984), la segunda presa hidroeléctrica más grande del mundo situada entre Brasil y Paraguay; el Eurotúnel (1994), la conexión submarina que une Inglaterra y Francia a treinta metros de profundidad; y el Plan Delta (1997), un sistema de protección frente al mar que protege la costa de los Países Bajos.

Posteriormente, la ASCE elaboró una nueva lista en 2021 en la que, «sin un orden particular», añadió el Burj Khalifa (2009, Emiratos Árabes Unidos), la torre de Pisa (1372, Italia), la torre Eiffel (1889, Francia), la catedral de San Isaac de San Petersburgo (1858, Rusia), la presa de las Tres Gargantas (2006, China), el Aeropuerto Internacional de Kansai (1994, Japón), la Ópera de Sídney (1973, Australia) y la Monumento Washington (1865, Estados Unidos).

Fuente: https://elordenmundial.com/

Foto: comprarenpanamá.com