
Por Melchor Alcántara
Cuando se observa el éxito inmobiliario alcanzado por algunas ciudades asiáticas, casi pierde uno la perspectiva en el análisis de los factores que han confluido para lograr tal desempeño en un espacio de tiempo tan corto. Sobre todo por el hecho de que el desarrollo que se observa en dichas ciudades ha sido promovido en gran medida por empresas privadas que por razones que analizaremos en este artículo se han motivado a invertir en grande, afrontando una buena dosis de riesgo en proyectos únicos, icónicos, prácticamente insuperables para el ojo actual, en lejanas latitudes en las que hace no más de 30 años no era concebible ningún nivel de progreso.
Ciudades como Dubai, que en menos de una generación se ha convertido en un imponente centro para la inversión, el comercio y la cultura; con un desarrollo inmobiliario sin precedentes en los anales de la humanidad, se constituyen en ejemplos y guías de los pasos a seguir para lograr un desarrollo económico destacable. Si bien no existe una receta precisa para lograr tal nivel de éxito, vale la pena analizar brevemente lo que los expertos llaman El Modelo Dubai, a los fines de identificar algunos de los ingredientes indispensables que nuestra isla puede imitar para perpetuar aún más nuestro ya destacable desarrollo inmobiliario.
Este crecimiento en Dubái es atribuible a su modelo denominado “modelo ABS”, que tiene como objetivos la atracción de negocios, la promoción de marcas y el desarrollo liderado por el Estado; el cual mantiene su programa de crecimiento en marcha, incluso durante las crisis económicas.
El liderazgo del estado en este emirato árabe trabaja con niveles de practicidad que le permite adaptarse rápida y fácilmente a las fluctuantes coyunturas económicas. Es por ello que ha experimentado un enorme crecimiento económico y ha podido beneficiarse de un liderazgo proactivo y visionario que ha convertido a una pequeña Ciudad-Estado en un centro de comercio, un entrepôt de alto rango internacional. Particularmente la República Dominicana, por su ubicación estratégica pudiera ser un poderoso centro de tránsito mercantil y comercial. Para lograrlo, sin embargo, necesitamos de una planificación a gran escala con una visión futurista que no se percibe en la clase política que nos dirige.
En cuanto a la promoción de su propia marca, Dubai no solo ha mercadeado efectivamente el turismo sino que también ha sabido atraer la inversión extranjera para lograr sus ambiciones de crecimiento. Tal como otras ciudades cosmopolitas de occidente, Dubai ha sabido expresar su espectacular desarrollo a través de una arquitectura sin precedentes, la cual va atada a patrones de planeamiento urbano rescatados del futuro que desafían la gravedad. Esta cuenta ya con alrededor de 150 rascacielos, más que cualquier otra ciudad, con excepción de Nueva York y Hong Kong.
Factores como los bajos niveles de criminalidad, la inversión en infraestructura sin precedentes promovida por el estado, los programas de planeamiento urbano con períodos relativamente cortos de vencimiento y rápidas actualizaciones, las reglas laborales transparentes, convierten esta pequeña ciudad del medio oriente en un atractivo único de clase mundial.
República Dominicana, a menos de cuatro horas de vuelo, alberga cualidades estratégicas que pudiéramos aprovechar ventajosamente de contar con un programa agresivo de mejoría de estos factores vitales para un desarrollo capaz de capturar los mejores inversionistas de la región. Precisamente nuestra próxima parada en la ruta del desarrollo inmobiliario consiste en atraer compradores internaciones hacia nuestros proyectos, para lo cual es preciso trabajar los aspectos anteriormente señalados y en ello juega un papel primordial la intervención e inversión masiva del estado.
El autor es:
Coordinador de ONIC
Abogado
Financista