Banner Feria New York
26.8 C
Santo Domingo
lunes, junio 16, 2025
Banner Feria New York
InicioOpinionesPedernales: La última frontera del turismo dominicano

Pedernales: La última frontera del turismo dominicano

Por Joan Feliz Valoys

Especial para El Inmobiliario

Durante décadas, el desarrollo turístico en República Dominicana ha tenido un patrón muy claro: concentrarse en el este. Punta Cana, Bávaro, La Romana y Bayahíbe han sido las caras visibles del turismo dominicano ante el mundo. La Zona Colonial y Puerto Plata han completado ese mapa que, aunque exitoso en cifras, ha dejado amplias zonas del país al margen del progreso.

En ese contexto, hablar de Pedernales no es solo hablar de un nuevo destino turístico. Es hablar de una reparación histórica, de una reconfiguración del modelo de desarrollo territorial, y de la posibilidad de construir un turismo más justo, más sostenible y más conectado con la identidad dominicana.

Un territorio olvidado… hasta ahora

Pedernales ha sido por años una de las provincias más marginadas del país. Según la Oficina Nacional de Estadística (ONE), hasta el censo más reciente, tenía una de las tasas más altas de pobreza multidimensional y uno de los niveles más bajos de inversión pública per cápita. Aislada geográficamente, con un acceso vial limitado y escasa conectividad aérea o marítima, el desarrollo parecía un lujo reservado para otros puntos del mapa.

Pero, como sucede a veces en la historia, los márgenes pueden convertirse en centros. Y eso es lo que está empezando a pasar.

Bahía de las Águilas: la joya del Caribe

Si hay un lugar que sintetiza el potencial de Pedernales, es Bahía de las Águilas. Catalogada como una de las playas más espectaculares del Caribe por su belleza virgen, sus aguas turquesas y su entorno deshabitado, es un ícono del turismo ecológico y de bajo impacto. Es también símbolo de una larga lucha entre el interés público y privado, pues por años se debatió su uso, su posible explotación y la necesidad de conservarla.

Hoy, gracias a las decisiones recientes del Estado dominicano, Bahía de las Águilas se proyecta como el corazón de un modelo turístico que quiere ser diferente. Un modelo donde el lujo no se mida por metros cuadrados construidos, sino por la experiencia natural, por la autenticidad y por el respeto al entorno.

Un megaproyecto que cambiará el mapa

El proyecto de desarrollo turístico de Pedernales forma parte del ambicioso plan de desarrollo de la región sur, impulsado por el Fideicomiso Pro-Pedernales. Se prevé una inversión público-privada que ronda los 2,245 millones de dólares, con una primera fase que contempla la construcción de más de 4,700 habitaciones hoteleras, un aeropuerto internacional, un puerto de cruceros, una red vial moderna, acueductos, plantas de tratamiento, y sistemas de energía renovable.

La meta es clara: transformar la región en un polo turístico de clase mundial, con un enfoque en la sostenibilidad ambiental y social. En su primera etapa, se estima que el proyecto generará más de 15,000 empleos directos e indirectos.

Como fiel creyente de la grandeza y el potencial de Pedernales, no veo en este proyecto una apuesta, sino una certeza. Este es un territorio con todo lo necesario para convertirse en un caso de éxito no solo en turismo, sino en desarrollo nacional.

Turismo como vehículo de inclusión

Más allá de las cifras, lo más importante de este proyecto es lo que representa: una oportunidad real de inclusión. En un país tan centralizado como República Dominicana, desarrollar Pedernales implica redistribuir riqueza, oportunidades y atención institucional. El turismo, en este caso, no es solo una industria: es una herramienta de transformación social.

Las comunidades de Oviedo, Cabo Rojo, Enriquillo, y la propia ciudad de Pedernales podrán integrarse a una nueva dinámica económica. Emprendedores, pescadores, agricultores, artesanos y jóvenes con formación técnica tendrán la posibilidad de incorporarse a la cadena de valor turística sin necesidad de migrar.

El riesgo del déjà vu

Sin embargo, toda gran oportunidad viene acompañada de grandes riesgos. El país ya ha vivido experiencias de desarrollo turístico que comenzaron con buenas intenciones y terminaron en desorden, sobreexplotación y conflictos ambientales. Pedernales no puede ser otro caso de crecimiento sin control.

Por eso, más que nunca, se requiere de una gobernanza sólida, de una planificación basada en evidencia, de una ciudadanía activa y de un Estado que regule, supervise y escuche. El modelo turístico del sur debe construirse con los pies en la tierra, no con las manos en el bolsillo.

Ecoturismo, lujo y sostenibilidad: ¿es posible?

En los últimos años, el mercado internacional ha mostrado un interés creciente por destinos auténticos, ecológicos y alejados del turismo masivo. Pedernales puede —y debe— posicionarse en esa línea. No necesita imitar a Punta Cana. Al contrario: su valor está en ser distinta.

Con un turismo de baja densidad, con hoteles boutique, lodges ecológicos, rutas comunitarias, excursiones naturales y una narrativa basada en la conservación y la cultura, Pedernales puede convertirse en el destino más atractivo para un tipo de viajero más consciente, más exigente y dispuesto a pagar por experiencias únicas.

Un desafío de todos

El éxito del proyecto de Pedernales no dependerá solamente de la inversión pública o de la llegada de grandes cadenas hoteleras. Dependerá de la articulación entre sectores: el sector privado, el gobierno, las ONG ambientales, las universidades y, sobre todo, la comunidad local. La educación técnica, la formación en hospitalidad, el emprendimiento local y el empoderamiento de los jóvenes del sur serán claves para que este desarrollo no sea pasajero.

El sur también existe

Apostar por Pedernales no es una decisión de moda. Es una decisión estratégica, justa y necesaria. Representa una nueva forma de entender el turismo, no como una mercancía, sino como una plataforma para el desarrollo humano.

En un país donde las brechas territoriales son tan marcadas, mirar hacia el sur es mirar hacia el futuro. Un futuro donde el turismo puede ser motor, pero también conciencia. Donde el lujo no contradiga la naturaleza. Donde la economía no atropelle la cultura. Donde el mapa turístico de República Dominicana deje de ser una postal del este… y se convierta en el retrato completo de una nación.

Como dominicano, como profesional del sector y como creyente profundo en el potencial de este rincón del país, afirmo sin reservas: Pedernales no es el futuro. Pedernales ya es el presente. Y nos toca construirlo con visión, con responsabilidad y con amor.

El autor es MBA, especialista en marketing digital, gerente de operaciones de constructora Incaribe, con más de 10 años de experiencia en el sector construccion y turismo.

Artículos Relacionados
Publicidad Banner Feria New York

Más Populares