“Para mí estar a su lado ya es un buen recuerdo, gracias a Dios casi todo lo hacemos juntos y encierro mi vida y felicidad en un solo circulo, pero amo viajar junto a él, salir, de compras, escaparnos solos, en nuestro noviazgo vivimos muchas cosas bellas y de casados pues seguimos tratando de hacer cosas que nos llenen de felicidad”, dice la enamorada chica.
SANTO DOMINGO.- El galán tuvo que regalar muchos “bolones”, paletas y helados e invertir horas en muela full para convencer a su amada. Eran dos adolescentes y ella juguetona e inmadura para nada tomaba en serio las palabras y gestos de amor de su pretendiente.

Se conocieron en el liceo Román B. de Castro de su natal Azua, él fue a sustituir un profesor de inglés y allí se encontró con la “chica de la escuela” que lo flechó. Aprovechaba el recreo para regalarle golosinas, aunque su timidez de adolescencia confundía el grupo de amigas, que se beneficiaban de manera colectiva de los dulces que llegaban, preguntándose “¿y de cuál será?.
Tuvieron unos amoríos que para ella “nada serio”. El se marchó a Santo Domingo a estudiar y cuando regresó a la ciudad de vacaciones, su chica había cambiado de domicilio. Como en las películas, salió tras su amor lo encontró y jamás la soltó.

Altagracia Matos y Yane Ramírez se unieron en matrimonio el 11 de septiembre de 1995, de cuyo fruto nació Yanessy Ramírez Matos de 22 años de edad, graduada en leyes y que “es nuestro mayor tesoro en la tierra”, dicen los orgullosos padres y esposos.
El trato distinguido hacia ella fue el anzuelo que la atrapó. “Su forma de ser, de tratarme, de cuidarme, de respetarme, de hacerme ver que yo era lo más importante para él, de hacerme pasar buenos momentos”, narra Altagracia. En el caso de Yane la forma sencilla y amigable de ella.
La fórmula para mantenerse a flote 26 años después es que de vez en cuando se regalan sus citas románticas, sacan tiempo para ambos, existe comprensión, respeto, amor y confianza entre sí, cuentan los enamorados.

Ambos llevan 20 años trabajando en ALTICASAS, compañía dedicada a la compra y venta de propiedades y aunque la inmadurez con la que asumieron el compromiso del matrimonio, apenas 18 años, creó momentos de turbulencia, hoy agradecen a Dios que se han mantenido uno al lado del otro, disfrutando hoy día del crecimiento que dan los años.
“Para mí estar a su lado ya es un buen recuerdo, gracias a Dios casi todo lo hacemos juntos y encierro mi vida y felicidad en un solo circulo, pero amo viajar junto a él, salir, de compras, escaparnos solos, en nuestro noviazgo vivimos muchas cosas bellas y de casados pues seguimos tratando de hacer cosas que nos llenen de felicidad”, dice la enamorada chica.
No hay hora ni día específico para este duo. “Para nosotros todos los días son nuestros, gracias a Dios no llevamos súper bien, cuando estamos cercas uno al otro, siempre estamos dándonos cariño o tomándonos de la mano”, narran.
Aunque reconoce que Yane no es el esposo super romántico de flores, velas, chocolates y serenatas; a Altagracia le complace tener a su lado un buen compañero que le dispensa un trato exquisito, la valora y se esmera que en no les falte nada en el hogar.

Sus detalles en los cumpleaños y aniversarios de boda nunca faltan. Los padres de ambos residen en Azua, provincia ubicada al sur del país, por lo que en las fechas especiales viajan a visitarlos y compartir.
Amor y honestidad constituyen la palabra mágica de esta pareja, que dicen que cuando se les pregunta si volverían a casarse nuevamente entre sí, responden un SI. ¡Que viva el amor por los siglos de los siglos!.