SANTO DOMINGO.- Daniel Jiménez (Dani) nació con la herrería debajo del brazo. De niño nunca conoció otro oficio que no fuera ese. De siete tíos paternos, cinco se dedicaron a trabajar el metal, incluyendo su padre. Uno de sus mejores recuerdos de pequeño es el taller de herrería localizado en la parte frontal de la casa de su abuela, en el sector Bayona, Santo Domingo Oeste; del que aún quedan vestigios.
En una ocasión se sintió atraído por los inversores, incluso, hizo un curso en el 1998 para aprender a instalarlos, pero su genética le ganó la carrera y al igual que la mayoría de su familia, terminó trabajando en la fabricación del hierro.

Desde los catorce años practicaba junto a su padre, pero su carrera despegó en el año dos mil cuando al ir de visita a casa de su madre en el Este del país, descubrió el verdadero arte del metal . Cuenta que varios vecinos preguntaron a su madre el oficio al que se dedicaba su vástago y cuando ella respondía que herrería, todos preguntaban si lo hacía con tanto arte como José Ignacio Morales.
Se referían al destacado escultor del hierro forjado, José Ignacio Morales «El Artístico”, fallecido en el 2020 del coronavirus y quien ganó fama en la Romana, y cuyo trabajo trascendió el ámbito internacional.
La repetida mención del nombre, despertó curiosidad en Dani, quien llamó su cuñado en la capital para que se trasladara al Este y lo acompañara al negocio de Morales y ver las famosas maravillas que tanto mencionaban los vecinos de su madre.
Para que le permitieran entrar simuló que andaba solicitando trabajo. Allí fue recibido por el propio José Ignacio, quien pidió a uno de sus empleados que le mostraran el taller del negocio.
Al descubrir el arte que allí se hacía, decidió sincerarse porque «él no sabía hacer ni un ápice de lo que sus ojos presenciaban». “Entonces usted es rejillero”, le acotó el ingeniero que lo atendía y a seguidas comentó que “el herrero para llamarse así debe saber fabricar desde un alfiler hasta una herradura de caballo”.
El truco para curiosear se convirtió en un empleo. Fue contratado y al año salió de allí renovado y preparado para competir en el mercado dominicano. “Soy hábil y no hubo que explicarme mucho, aprendía rápido viendo”, narra orgulloso el padre de Yuldani y Yubelkis, sus dos hijas procreadas con su esposa Yuldelka Doñé.
El descubrimiento de la multiplicidad de piezas que podrían hacerse a través del hierro lo motivó a instalar en 2001 su taller «D’ Dani Hierros Forjados” en el sector de Bayona, donde aún permanece ofreciendo una amplia gama de servicios para empresas y clientes individuales. “No fabrico para almacenar, pero hago todo lo que el cliente me pide, usted me muestra el diseño y se lo hacemos”.
“Seriedad, puntualidad y buen precio”, es lo que su marca vende, cuando le preguntamos la clave para mantenerse en el mercado. Su empresa cuenta con cuatro empleados y ofrecen servicios en todo el país, porque cuando de trabajar se trata Dani no tiene pretextos.
“He levantado mi familia con este taller, porque lo que se requiere para que a usted lo recomienden es ser responsable y ponerle buena calidad a las piezas”, apunta el emprendedor.