El enoturismo o turismo enológico consiste en dar a conocer el mundo del vino desde dentro: bodegas, viñedos, procesos de elaboración, historia… Además, también está estrechamente relacionado con el turismo gastronómico y cultural vinculado a la industria del vino.
Así, el enoturismo surge de la combinación del turismo rural, la cultura, la gastronomía, y el vino como principal protagonista. La cultura del vino, su arquitectura o su paisaje son algunos de los elementos que destacan en este tipo de viajes.
Puede parecer que estamos ante una iniciativa novedosa, una moda reciente nacida del creciente interés por el vino. Nada más lejos de la realidad. Las visitas a bodegas son antiguas, existen registros de que ya había viajes organizados en épocas de la antigua Grecia y Roma.
Existen bodegas en España que atesoran documentación centenaria, como libros de firmas, donde se atestigua el interés que despertaba el mundo del vino y en especial la bodega, a mediados del siglo XIX. Son muchos los casos que se citan en estos archivos de visitas de monarcas, nobles, jerarquías eclesiásticas, o profesionales del sector.
La Emperatriz Eugenia de Montijo visitó la bodega de Alvear, Isabel II acudió a las bodegas González Byass en 1862 y Alfonso XIII recorrió Bodegas Codorniu, Domecq o Franco Españolas, entre otras. Todos ellos son algunos ejemplos significativos, tal y como recoge José Peñín en su libro ’12 grandes bodegas de España.
Otro aspecto histórico que confirma el interés por el turismo del vino, es la existencia de muchos eventos, exposiciones, congresos y reuniones científicas que se realizaban en bodegas españolas. Existen documentos que prueban estos encuentros desde el siglo XIX, en algunos casos eventos de carácter internacional.
Pero a pesar de su existencia desde hace muchos años, su desarrollo no tuvo lugar en la misma medida que otros países europeos. En España se recibieron en 2015 2,4 millones de enoturistas, mientras que en Francia reciben cada año alrededor de 15 millones de turistas del vino. En Italia, por ejemplo, reciben en un solo día 1,3 millones de visitantes en el día del enoturismo.
Un tipo de turismo cultural que ha ido aumentando en gran medida ante el auge de los turistas de realizar experiencias en su tiempo libre, de pasarlo bien.
Italia fue el principal destino de enoturismo del mundo en 2022 al obtener un índice de aproximadamente 8,3 puntos. Portugal y España se situaron en segunda y tercera posición respectivamente, con más de siete puntos cada uno, le sigue Nueva Zelanda, Grecia, Chile, Argentina, Australia y Hungria, según https://es.statista.com/.
El índice se basa a varios factores: el consumo medio, la producción media y las rutas de vino por cada 100.000 habitantes, la superficie de viñedos de cada país y el precio de una botella de vino.
La «Carta Europea del Enoturismo» (presentada en 2005), establece los ocho aspectos esenciales para que un territorio pueda ser considerado «zona vitivinícola» y por tanto circunscribirse al ámbito del enoturismo:
1. Responsabilidad. Los territorios vitivinícolas deben jugar un rol determinante en la conservación, gestión y valoración de los bienes territoriales, y asumir en las experiencias concretas el valor de modelo, tanto en sus objetivos como en la metodología de su aplicación, así como asumir su responsabilidad en relación entre el territorio y su explotación.
2. Gestión. Los recursos territoriales y vitivinícolas deben ser tutelados, preservados y cuidadosamente gestionados, con el fin de que puedan estar siempre disponibles para su utilización individual y económica por parte del territorio.
3. Cuidado. La utilización de los recursos territoriales y, particularmente vitivinícolas, no deben perjudicar la supervivencia de otras especies animales o vegetales del ecosistema.
4. Tutela. Los ecosistemas vitivinícolas deben ser tutelados de una forma eficaz y salvaguardados de su vulnerabilidad, consecuencia del fuerte impacto inmobiliario y especulativo.
5. Organización. Las zonas vitivinícolas pueden constituirse en entidades de referencia (asociaciones, rutas…) para el desarrollo de un territorio. Los modelos de gestión, definidos sobre bases rigurosamente científicas, deben garantizar la conservación de los ecosistemas en su integridad y complejidad biológica.
6. Cooperación. Las zonas vitivinícolas, para conseguir estos objetivos, deben promover una cooperación eficaz entre ellas, especialmente cuando comparten una misma región o país.
7. Información. Las zonas vitivinícolas han de promover el intercambio de informaciones en términos de datos, conocimiento, modelos de gestión, tecnología, modelos de análisis.
8. Cultura. Las zonas vitivinícolas han de desarrollar un rol determinante en la difusión de una auténtica «cultura del vino», que tenga como consecuencia la necesidad de una gestión integral, correcta y esmerada, para su explotación racional tanto en términos ecológicos como sociales.
Las estancias de los enoturistas
Según el último estudio de la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin (2021), los enoturistas se solían hospedar en alojamientos rurales (21,29%), si bien en 2022 los hoteles de cuatro estrellas fueron la opción preferida para alojarse con un 21,72%.
Una de las características principales del enoturismo es que no existe estacionalidad. En las Rutas del Vino de España es un producto turístico de calidad del que se puede disfrutar a lo largo de todo el año, aunque, según se plasma en los informes de visitas a bodegas y museos del vino, octubre suele ser el mes que registra un mayor número de visitas, coincidiendo con la época de vendimia. Agosto ocupa el segundo lugar como uno de los meses más visitados.
La organización de los viajes
Según Acevin, los enoturistas organizan su viaje de la siguiente manera: el 54,01% reserva su escapada de forma online, el 23,94% por vía telefónica y el 18,10% llega sin ningún tipo de reserva.
El perfil del enoturista
Los viajes en pareja siguen siendo los predominantes (48,76%), seguidos de los viajes en grupo de amigos (32,85%). Las familias con niños representan casi el doble que las familias sin niños, de lo que el informe deduce que sería razonable considerar el enoturismo como una alternativa vacacional familiar.
Son diferentes las experiencias que se ofrecen a los turistas según el destino, las bodegas, las agencias, etc. Por ejemplo, algunos apuestan por una visita sensorial donde el gusto se activa con la cata de vinos; el olfato con cada rincón de la bodega, las barricas y los viñedos y la vista al conocer cómo se hace el vino.… Al final cada bodega tiene su paquete y los clientes escogen el que más se ajuste a sus posibilidades.
Fuentes:
https://www.jeanleon.com/blog/
https://www.vinetur.com/turismo/
Tecno Hotel