Por Melchor Alcántara Damirón

Las medidas de liberación de dinero inorgánico destinadas a ayudas implementadas durante el transcurso del año 2020 para contra impactar las anticipadas secuelas recesivas a causa de la política de confinamiento obligatorio producto de la pandemia Covid-19, presagiaban épocas de vertiginosa inflación. Esa época ha llegado. Empeora el caso variables que se agregan, entre las que se destacan: El alza de los fletes marítimos, la escasez de productos por desabastecimiento de los mercados y la recién iniciada guerra Ucrania-Rusia.
Gremios y sectores de influencia han expresado desasosiego ante la actual coyuntura y han señalado la importancia de implementar medidas que, aún conteniendo la inflación, puedan manejarse de forma selectiva para que sectores como el de la construcción mantengan el ritmo de crecimiento que lo sitúa desde hace ya más de dos décadas como el principal sostén de crecimiento de la República Dominicana.
Debo reconocer que el gobierno ha manifestado por distintas vías su preocupación por la coyuntura alcista del mercado de la construcción. No he visto, sin embargo, hasta ahora, nada significativo que se haya hecho a los fines de contener esta peligrosa escalada.
El alza acumulada de la vivienda en el último año oscila entre el 30 y el 60% dependiendo del renglón poblacional al cual va dirigido. La mala noticia es que no vemos claramente en el corto plazo la curva decreciente. Ninguna de las medidas solicitadas ha sido atendida. En estos momentos, la administración pública debe utilizar sus mejores cerebros para provocar un paro en los incrementos de los insumos de la construcción.
Países como México han colocado arancel cero para los productos importados de primera necesidad y básicos de construcción. Lo propio ha hecho Estados Unidos. China, en pleno proceso de aumento de las tasas de interés interbancarias como medida de frenar la inflación, ha dispuesto la baja de las tasas de interés para adquisición de vivienda garantizando así la demanda interna de inmuebles y manteniendo con ello el dinamismo de su pujante mercado inmobiliario.
Más que palabras de aliento y fraternales condolencias el ONIC demanda acción oportuna. No cabe más espera a la implementación de medidas similares a las arriba esbozadas y otras de igual importancia solicitadas por los principales gremios nacionales a los fines de preservar la exitosa trayectoria del mercado del cemento y la varilla, el cual representa sin lugar a dudas la espectacular cara de progreso que exhibe la Republica Dominicana.
El autor es:
Abogado, con maestría en altas finanzas, coordinador general del Observatorio Nacional de la Industria de la Construcción (ONIC).