SANTO DOMINGO.-La historia de Anna Gladysheva empezó a reescribirse cuando sintió la necesidad de no quedarse inmóvil. Emprender no supuso un plan cuidadosamente diseñado por ella; más bien, lo define como una “reacción honesta” ante un momento que le “exigía más de lo que tenía”.
Así lo relató la CEO y fundadora de Arichy Real Estate al recordar el momento en que dio su primer paso como emprendedora, un periodo en el que no contaba ni con recursos ni con una red de contactos. Sin embargo, poseía uno de los elementos más valiosos: claridad interna.
Al conversar, evocó una frase que la supo acompañar y le dio sentido al propósito de sus acciones, incluso en medio de las dificultades, de sus dudas y miedos: Los barcos están seguros en el puerto, pero no están construidos para eso.
“Esa frase me ancló y me empujó al mismo tiempo. Me recordó que no vine a quedarme en lo seguro. Vine a construir, a avanzar y a transformar. Me enseñó que los mayores logros no están donde todo es predecible, sino donde uno se atreve a navegar más allá”, dijo.
Aquí, en tierra dominicana, sus pisadas comenzaron a tomar forma cuando buscaba su primera inversión personal. En aquel entonces, clientes, brokers y hasta desconocidos le señalaron que tenía potencial para trabajar en el sector inmobiliario, gracias a su habilidad como traductora multilingüe, pues se había graduado en Rusia — su país natal — como licenciada en Lingüística y Traducción.
Aunque al principio tomó esas sugerencias desde la distancia, con el tiempo las reconoció como un llamado que decidió abrazar con pasión y empeño.
“Pronto entendí que mis habilidades como traductora eran valiosas en un mercado internacional como Punta Cana. Mi experiencia como profesora universitaria e intérprete entre culturas me ayudaba a leer entre líneas, a generar confianza y construir puentes reales”, comentó.
Gladysheva, certificada en bienes raíces tanto en República Dominicana como en Estados Unidos, tomó su primera decisión dentro del mercado al aceptar una oferta laboral en una inmobiliaria local. Allí se entregó con profesionalismo, alcanzando resultados sobresalientes. Pero reveló que este desempeño la condujo a ser despedida tras “superar las expectativas del cargo”.
Esa experiencia le brindó una valiosa lección que pronto se transformaría en un motor para su crecimiento: comprendió que no podía seguir desarrollándose bajo un techo prestado. Pero no solo eso la motivaba. Su primogénito, Igor, quien tenía menos de un año, le recordaba que no solo actuaba por ella misma, sino también por y para él.
Hoy día, su agencia inmobiliaria, con 17 años de trayectoria, acumula varias distinciones, entre ellas “Mejor Empresa Inmobiliaria del Caribe 2025 en LAQI Impact Summit”, celebrado en El Salvador.
Atribuye parte de su éxito a un conjunto de factores: las relaciones cultivadas a lo largo del tiempo, la disciplina para seguir aprendiendo, la humildad para escuchar antes de responder, así como la constancia, la preparación y el carácter.
Con el paso del tiempo, identificó que su mayor acierto fue dar un salto hacia el desarrollo inmobiliario de lujo en el país, donde no solo levantan estructuras, sino que buscan dejar una huella permanente, convirtiéndose en una de las facetas más emocionantes de su carrera.
Anna, quien es miembro de la Asociación de Agentes y Empresas Inmobiliarias (AEI), manifestó que, al recorrer cualquier sendero como emprendedora, en su mochila no puede faltar el amor por las personas, el respaldo de la familia y el conocimiento acumulado a lo largo de los años.
“Son mis anclas en los días inciertos y también mis alas cuando es momento de avanzar. Sin conexión humana, sin raíces ni formación continua, nada se sostiene por mucho tiempo”, explicó.
A toda mujer que decide emprender, le aconseja no minimizar sus sueños ni esperar el permiso de nadie para realizarlos.
“Cultiven su inteligencia emocional, edúquense en lo profesional, en lo financiero y en lo humano. Rodéense de personas que no les pidan que se encojan para encajar. Y, sobre todo, no dejen de aprender: el conocimiento no solo empodera, también protege”, exteriorizó.
Contenido publicado originalmente en la segunda edición de Mujer de Concreto.
