En los últimos años, el término gentrificación ha saltado de las discusiones académicas y urbanas a protestas en ciudades como Ciudad de México, Barcelona o Nueva York, y a letras de artistas globales como Bad Bunny. Pero más allá del ruido cultural, el fenómeno tiene consecuencias muy tangibles. En República Dominicana, particularmente en zonas como Punta Cana y sectores del Distrito Nacional, la gentrificación ha comenzado a alterar el mapa del acceso a la vivienda, tanto para compra como para alquiler.
El atractivo turístico, combinado con inversión extranjera, desarrollo de infraestructura y el auge del turismo inmobiliario, ha elevado el valor del suelo, los precios de los inmuebles y las rentas de corto y largo plazo, desplazando silenciosamente a poblaciones tradicionales de estas zonas.
¿Qué está pasando en Punta Cana y el Distrito Nacional?
En Punta Cana, el crecimiento del parque habitacional dirigido al turismo de lujo ha generado una fuerte presión sobre el mercado inmobiliario. Según cifras de la Asociación de Constructores y Promotores de Viviendas (ACOPROVI), en los últimos cinco años el precio promedio por metro cuadrado en zonas como Cap Cana y Downtown Punta Cana ha aumentado en más de un 70%. Este incremento responde a la fuerte demanda de inversionistas extranjeros que adquieren propiedades para renta a corto plazo, principalmente a través de plataformas como Airbnb.
En el caso del Distrito Nacional, barrios como Ciudad Nueva, Gascue, Ensanche Piantini y El Vergel han experimentado una transformación silenciosa pero acelerada. Proyectos de renovación urbana, sumados a incentivos fiscales para inversiones hoteleras y de uso mixto, han estimulado un proceso de “desplazamiento gentil”, donde los residentes originales se ven obligados a mudarse por la imposibilidad de asumir los nuevos costos de vida. De acuerdo con estudios del Banco Central, el costo promedio del alquiler en el Distrito aumentó un 22% entre 2019 y 2024, mientras que en zonas de alta demanda turística la cifra supera el 30%.
El factor Airbnb y el efecto dominó en los alquileres
El auge de plataformas de renta de corta duración ha tenido un impacto significativo en la oferta de vivienda disponible para alquiler tradicional. En 2023, un estudio de la firma Analytica reveló que en zonas como Bávaro-Punta Cana, más del 18% del inventario de apartamentos se dedicaba exclusivamente a alquileres turísticos, reduciendo la disponibilidad de vivienda para residentes permanentes. Esta tendencia, si bien positiva desde el punto de vista del retorno de inversión, genera una presión estructural sobre la demanda habitacional.
Inversión extranjera directa y presión al alza en el valor del suelo
La inversión extranjera directa (IED) en el sector inmobiliario turístico en República Dominicana ha superado los USD 1,200 millones anuales desde 2021, de acuerdo con ProDominicana. Gran parte de esta inversión se ha concentrado en el Este del país y en la costa Norte, generando un incremento sostenido en el valor del suelo urbano. En Punta Cana, el precio por metro cuadrado en algunos sectores pasó de USD 250 en 2018 a más de USD 450 en 2024. Este crecimiento, si bien es una señal de dinamismo económico, también representa un reto para las familias dominicanas que buscan establecerse en estas zonas.
¿Gentrificación o desarrollo? Una delgada línea para los brokers e inversionistas
Para los corredores inmobiliarios y desarrolladores, el fenómeno representa una oportunidad, pero también una responsabilidad. La llegada de nuevas inversiones, la mejora de servicios, el incremento en la seguridad y el dinamismo comercial son consecuencias naturales del desarrollo urbano. Sin embargo, el equilibrio entre crecimiento y equidad es cada vez más difícil de mantener.
En muchos mercados internacionales, la gentrificación ha generado rechazo social, regulaciones más estrictas para alquileres turísticos y limitaciones a la inversión extranjera sin residencia. En Lisboa, por ejemplo, se suspendieron las licencias de nuevos alojamientos turísticos en ciertas zonas. En Ciudad de México, el gobierno local ha empezado a revisar los efectos de la “expatriotización” de barrios populares como la Roma o la Condesa.
Conclusión: ¿Nos podemos dar el lujo de rechazar la gentrificación?
Como país con una economía netamente orientada al turismo, República Dominicana no puede darse el lujo de demonizar la gentrificación sin entender sus matices. Si bien este fenómeno trae desafíos, también genera empleo, atrae capital, moderniza infraestructuras y contribuye significativamente al PIB nacional. Según el Ministerio de Turismo, el 17.3% del PIB en 2023 provino directa o indirectamente de actividades vinculadas al turismo y el desarrollo inmobiliario turístico.
La clave para brokers, inversionistas y autoridades está en fomentar un desarrollo urbano inclusivo, con planificación responsable, donde el progreso económico no implique necesariamente la exclusión social. Si se gestiona adecuadamente, la gentrificación puede ser más que una amenaza: puede ser una herramienta de transformación positiva.



