SANTO DOMINGO.-Entre risas y una naturaleza predominante creció Reyna Echenique en el municipio La Descubierta, un rincón del sur de la República Dominicana, conocido como “La Novia de la Frontera”, en la provincia Independencia. Su infancia transcurrió entre las pequeñas rutinas que dan forma a la vida de campo de toda niña: jugó libremente, montó bicicleta por caminos de tierra, aprendió a nadar en la piscina del pueblo y estudió manualidades en una escuela de monjas.
Entre los recuerdos que aún laten en su pecho, se encuentran los momentos vividos junto a su querida madre, Lourdes Moncita Romero. Aunque físicamente ya no se encuentra en esta tierra, su legado perdura en toda su esencia.
Doña Lourdes fue una apasionada maestra, pero, sobre todas las cosas, una madre dedicada que la formó con amor en cada etapa de su vida. Fue ella quien le enseñó a leer y escribir, y quien, con paciencia, la ayudó a superar su tartamudez.
–Lee al paso, en voz alta y bien, que yo escuche–, recuerda Reyna con cariño. Motivada por su progenitora, aprendió a hacer de todo un poco: Bordaba, hacía flores y licores de maíz y arroz. En su juventud cultivó el amor por los deportes, principalmente por el voleibol y las artes marciales.
Nadie puede mencionar la palabra güira y tambora sin que comience a bailar –pero de verdad–. Su madre fue quien la impulsó a tomar clases de mangulina, carabiné, merengue típico y hasta de canto.
“Ella me forjó para que hoy fuera una mujer de servicio a los demás. Me enseñó a comprometerme con la excelencia y que los sueños se logran, pero trabajando en ellos, no renunciando a ellos ni creyendo que con la ley del mínimo esfuerzo se logran cosas buenas”, dijo mientras las lágrimas se deslizaban por su rostro.
Inspirada por su padre
Si su historia se compartiera en TikTok, encajaría perfectamente con la tendencia When Two Worlds Collide, donde quedaría reflejado lo heredado de ambos progenitores.
Su padre, Manuel Echenique, abogado y fiel amante de la lectura, fue una fuente de inspiración para que eligiera el derecho como su segunda carrera. Antes de eso, había decidido formarse como maestra en educación básica.
Por el 1994, mientras estudiaba magisterio, su papá cursaba la licenciatura en Ciencias Jurídicas. Su amor por esta nueva profesión surgió mientras él le compartía todo lo nuevo que aprendía durante su formación.
“El derecho llegó a mí por vocación e inspiración. Siempre vi en mi padre cómo le brillaban los ojos cuando aprendía algo nuevo en su carrera”, manifestó.
Fue allí cuando la complicidad entre padre e hija se afianzó. “Yo decía ‘cuando termine la carrera de magisterio, voy a estudiar para ser abogada igual que mi padre’, y así lo hice”, precisó.
Para la “Reina del Real Estate”, como mejor es conocida, el ser abogada es algo que corre por sus venas, pues su abuelo también ejercía esta profesión siendo notario.
Entrada al sector inmobiliario
Su llegada al mercado de bienes raíces fue hace 20 años La speaker y experta inmobiliaria describe ese inicio como una experiencia “hermosa”, no solo por concretar su primera venta, sino por el enfoque humano que supuso la transacción.
Su objetivo no se limitó únicamente en acompañar a su clienta, quien deseaba adquirir una casa de dos niveles para establecer sus dos empresas, sino que también puso en el centro a la inquilina: una señora viuda de 85 años, que llevaba 65 años viviendo allí. Se aseguró de que su proceso de mudanza fuera digno, cuidando tanto su estado emocional como físico.
“Todo ese proceso de acompañamiento me llevó a unir el derecho con los bienes raíces. El poder servir y ayudar, desde mi posición de abogada, me hizo unir lo mejor de esos mundos para servir a los demás”, indicó Echenique, quien se desempeña como secretaria de la junta directiva de la Asociación de Agentes y Empresas Inmobiliarias (AEI).
Un comenzar desde cero
La abogada, especializada en seguridad jurídica inmobiliaria, comenzó a trabajar desde un estudio en la casa de una cuñada con quien vivía. No tenía siquiera un computador de escritorio. Los trabajos legales y los contratos los hacía en un centro de internet situado en una reconocida plaza de Santo Domingo Este.
“Hoy día, el centro de internet donde iba a hacer esos trabajos, es mi vecino de oficina. Tengo mi propio local en la misma plaza que me vio nacer y tener reuniones con clientes en el área de comida porque no tenía dónde reunirme”, reveló.
El 2009 marcó un antes y después en su vida, al lanzarse como emprendedora. En aquel tiempo, decidió tomar RD$ 3,000 pesos prestados a un amigo para comprar su propia computadora y hacer un contrato de alquiler.
Cuando ganó la comisión del más uno, pagó la deuda que recién había adquirido. “Luego trasladé mi centro de trabajo a una habitación de un apartamento donde vivía alquilada, sin nada, sin dinero, sin nadie, sin familia… Únicamente, mi sueño y yo”, dijo.
Como mujer, madre y emprendedora, “han sido muchos los momentos de quiebre” –admitió–. En su tiempo de estudiante, recordó los días de universidad en los que tenía que decidir entre guardar dinero para el pasaje o comer. A veces, Reyna, prefería comer, teniendo que regresar a su casa a pie, desde la Máximo Gómez hasta Los Mina.
Cada una de sus vivencias moldeó su espíritu de lucha y la impulsó a persistir, tanto por sus metas como por el bienestar de su hija, a quien sacó adelante sola. Dice que muchos solo ven la punta del iceberg —ese 10 % visible—, pero pocos conocen ese 90 % que permanece oculto bajo las aguas. Ese que forma parte de sus inicios, donde se acumulan las experiencias que la “reconstruyeron”.
Aquella niña que nació en el sur profundo y que un día se alejó de su familia para progresar, ahora lidera varias marcas dentro del sector: Echenique Group, Echenique Real Estate y Echenique Academy.
Reyna, quien ha recibido distintos reconocimientos, entre ellos “La primera Camila del año”, “La Reina del Contenido” y la “Medalla al Éxito Inmobiliario”, es autora del libro “Bienes raíces desde un punto de vista legal” –una obra pionera en República Dominicana que habla sobre los aspectos legales dentro del rubro–.
Dentro del trayecto que ha tenido como empresaria, hay una voz apacible y firme que dice: Aún falta por hacer, por servir y por ayudar a los demás a lograr sus sueños, hogares, inversiones y desarrollos.
“Todavía queda mucho por trabajar y por aprender. Uno nunca se gradúa de crecimiento”, dijo con fortaleza. Esa es Reyna: la “reina” que su madre, doña Lourdes, formó con sacrificio e integridad para que su andar marcara el camino. Y así ocurre: sus pasos están dejando huellas dentro del sector.
