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Por Yermys Peña

Especial para El Inmobiliario

os rascacielos siempre han sido mucho más que estructuras imponentes en el horizonte. Cada torre es un símbolo, una declaración de poder, ambición e innovación. Representan los avances tecnológicos y el deseo humano de conquistar nuevas alturas, de redefinir lo que es posible.

Pero estas mismas torres que simbolizan progreso también revelan las profundas desigualdades que persisten en nuestras ciudades. Mientras algunas torres reflejan prosperidad, otras se convierten en recordatorios de una brecha cada vez más marcada: espacios inaccesibles para muchos y diseñados solo para unos pocos.

¿Qué historia estamos construyendo?

Cuando diseñamos hacia las alturas, también influimos en lo que sucede en el suelo. Los rascacielos no solo modifican el paisaje urbano, sino que también afectan cómo las personas interactúan, se mueven y viven en la ciudad.

¿Son estas estructuras verdaderamente inclusivas? ¿O representan una desconexión entre los ideales de progreso y las necesidades reales de quienes habitan nuestras ciudades? Estas preguntas son esenciales porque, al final, cada edificio impacta más allá de su perímetro.

La dualidad de las torres

En un mundo donde la vivienda es un lujo para muchos, las torres pueden inspirar tanto como excluir. No se trata de la altura que alcanzamos, sino de a quién invitamos a formar parte de esa visión. ¿Estamos diseñando para integrar comunidades o para dividirlas?

Los rascacielos tienen el poder de simbolizar un cambio positivo, pero para ello, deben pensarse como algo más que estructuras; deben ser herramientas de conexión, sostenibilidad y equidad.

Un horizonte con propósito

El diseño arquitectónico tiene una responsabilidad más allá de la estética o la innovación técnica. Cada torre que construimos debe responder a las preguntas fundamentales de nuestra sociedad: ¿Quién se beneficia? ¿A quién sirve?

“No es cuán alto construimos, sino cómo conectamos.”
— Norman Foster

Construir hacia las alturas no es solo un acto técnico; es una oportunidad para moldear el futuro de nuestras ciudades y de quienes las habitan.

La autora es arquitecta y empresaria de la construccion. Miembro del Forbes Business Council.