Por Arq. Yermys Peña-CEO de Construger
Especial para El Inmobiliario
Cuando una estructura colapsa, el estruendo no termina con el derrumbe. Lo que viene después es más ensordecedor:
¿Qué falló? ¿Quién lo permitió? ¿Pudo evitarse? Familias rotas. Vidas perdidas. Ciudades heridas.
Y en medio del polvo, del luto y del desconcierto, las respuestas no pueden ser apresuradas. No bastan los titulares. No alcanza con la indignación. Lo que sigue es el momento más difícil y más necesario:
entender con claridad técnica lo que ocurrió… para que nunca más vuelva a pasar.
Eso es lo que hace la ingeniería forense estructural: reconstruir el colapso desde la verdad técnica, cuando ya no hay margen para errores ni excusas.
El 9/11 y Surfside: cuando el mundo aprendió a escuchar los escombros
El mundo ya vivió esto. El colapso de las Torres Gemelas en 2001 no se quedó en el impacto de un avión. El NIST, liderado por el Dr. Shyam Sunder, tardó tres años en analizar más de 10,000 documentos, 236 piezas de acero y cientos de simulaciones digitales. Los escombros fueron almacenados como evidencia, y la conclusión cambió la historia: fue un colapso progresivo, desencadenado por el calor extremo y la pérdida de aislamiento ignífugo. Desde entonces, más de 30 normas internacionales cambiaron.
En 2021, el edificio Champlain Towers South en Surfside, Florida, colapsó de madrugada y se llevó 98 vidas. Ya existían advertencias técnicas desde 2018. El equipo del NIST, bajo la dirección de la Dra. Judith Mitrani-Reiser, aún investiga, pero las evidencias apuntan a una losa de garaje debilitada por filtraciones y corrosión acumulada. Los escombros fueron clasificados y almacenados. Se escanearon los restos con tecnología láser y se reconstruyó el colapso completo a través de simulaciones estructurales avanzadas.
Una investigación forense estructural moderna no se concibe sin modelos digitales de análisis. A través de software especializado como ETABS, ANSYS, SAP2000 o Abaqus, los ingenieros pueden recrear cargas reales, momentos de pandeo, trayectorias de propagación de grietas o secuencias de colapso progresivo.
Estos modelos permiten identificar inconsistencias entre lo que se diseñó y lo que se construyó, validar hipótesis, y demostrar con datos por qué falló un elemento estructural.
En ambos casos —9/11 y Surfside— las simulaciones jugaron un papel central para identificar cómo, dónde y en qué orden colapsaron las conexiones, losas y columnas.
Como expresó el Dr. Sunder: “Un colapso no ocurre de un solo golpe. Ocurre en etapas. Y con simulación, podemos recorrerlas hacia atrás hasta encontrar la causa inicial.”
Una investigación forense estructural bien hecha debe incluir:
- Preservación del sitio antes de mover escombros
- Registro fotográfico y escaneo 3D del colapso
- Extracción de núcleos de concreto y acero para laboratorio
- Revisión de planos vs. ejecución real
- Simulaciones digitales del comportamiento estructural
- Evaluación del mantenimiento, modificaciones y uso real
- Redacción de un informe técnico con hallazgos y recomendaciones
¿Quién debe hacerlo? Ingenieros estructurales certificados, peritos judiciales, autoridades municipales, bomberos, el Ministerio Público y expertos independientes. En un caso con víctimas, se justifican múltiples investigaciones simultáneas, siempre que haya trazabilidad, coordinación y rigor técnico.
Y sí: estos estudios cuestan. En EE. UU., pueden superar los USD 5 millones. En Latinoamérica, entre USD 100,000 y 500,000, dependiendo del alcance.
Pero la verdadera pregunta es:
¿cuánto cuesta no hacerlo? ¿cuánto cuesta repetir una tragedia?
La memoria estructural de una ciudad no está solo en sus planos. Está en su capacidad de escuchar lo que sus edificios ya están diciendo. Y en su voluntad técnica de actuar antes de que vuelvan a caer.



