No se trata de estar siempre bien. El equilibrio emocional no es una sonrisa permanente ni una pose de Instagram: es la capacidad de gestionar lo que sentimos, incluso cuando la vida arde”, afirma con contundencia la psicóloga clínica Itania María.
Hablar de emociones desde el rol directivo puede ser incómodo, cuando el éxito se mide muchas veces por la productividad y el control. Para Itania, no solo es urgente: es una herramienta de liderazgo en sí misma: “Las emociones no son obstáculos, son respuestas que nos ayudan a adaptarnos y, bien gestionadas, son poderosas aliadas”.
Estar siempre bien
Nuestra cultura promueve la felicidad constante, un positivismo que puede ser tóxico. “Está bien no estar bien. Estar triste, sentir ira. La vida real no es un filtro de redes sociales”, insiste Itania. Y es que, para muchas mujeres, la presión de la imagen impecable se traduce en agotamiento emocional, ansiedad y autocrítica.
Según datos de McKinsey & Company, las lideresas reportan mayores niveles de agotamiento y soledad que sus pares hombres, además de ser propensas a asumir el apoyo emocional dentro de sus equipos. “A esto se sumaría el aislamiento emocional en ese territorio tan masculino”, señala Itania.
Psicóloga Itania María Chalas. (Fuente externa).
La perfección también tiene un precio. “Para muchas mujeres, ‘hacerlo bien’ no es suficiente. Tiene que ser sin errores, sin descanso… y con una sonrisa. ¡Eso es devastador!”. Por eso, ella propone revisar las narrativas internas sobre el éxito y abrir espacios donde hablar de vulnerabilidad no sea sinónimo de debilidad.
Habitar el caos con conciencia
La psicóloga sugiere prácticas simples y transformadoras para lidiar con el caos cotidiano, regular la reactividad emocional y ayudar a tomar mejores decisiones: pausas de respiración consciente entre tareas, caminatas sin celular, o mirar por la ventana unos minutos para reconectar con el presente.
Una práctica poderosa es el “autochequeo emocional el final del día”. Preguntarse: ¿Cómo me sentí hoy? ¿Qué parte de mí necesita atención? ¿Qué hice que me hizo sentir orgullosa? Esa introspección marca la diferencia entre el desgaste acumulado y la resiliencia sostenida.
Construir redes de apoyo con otras mujeres líderes, es clave: “Las conversaciones seguras validan emociones, alivian la soledad. Esas alianzas nutren el bienestar y aumentan la retención en puestos de liderazgo”, asegura la también terapeuta familiar.
Regular, no reprimir
Erróneamente pensamos que inteligencia emocional es reprimir lo que sentimos. “Reprimir una emoción no la elimina. Al contrario: crece y afecta la salud mental a largo plazo. Regularla implica reconocerla, validarla y gestionarla de forma consciente”.
¿Cómo evitar reaccionar en automático en un momento tenso? “El cuerpo avisa: corazón acelerado, mandíbula tensa, pensamientos rápidos. Podemos hacer una pausa antes de reaccionar”. Una técnica que recomienda: inhalar en cuatro tiempos, pausar dos, exhalar en seis… y repetir.
“No”: un acto de integridad
Poner límites saludables es una de las tareas más difíciles para muchas mujeres profesionales, sobre todo cuando ha sido educada para complacer. “Decir ‘no’ sin culpa es una forma de autocuidado. No eres egoísta por priorizarte. Eres íntegra”.
Y el autocuidado, aclara Itania, no es solo rutinas de spa. “Es escuchar lo que necesitas, sostenerte incluso cuando es incómodo. Es revisar tus creencias, poner límites y cultivar hábitos que te nutran, no solo que te distraigan”.
En tiempos donde parecer impecable puede ser tentador, Itania es clara: “Ser auténtica es más impactante que ser perfecta. Liderar desde la autenticidad es más humano, y por tanto, más potente”. El vínculo entre el autoconocimiento y el liderazgo no es menor. “Conocerte a ti misma fortalece tu toma de decisiones, tus relaciones y te permite liderar con propósito”.
Sobre el fuego sin perderte
Para cerrar, Itania te deja un mensaje lúcido e inspirador para tí, mujer que se siente caminando por el fuego, sosteniéndolo todo, sin soltar nada:
“Practica la autocompasión. Lee, busca herramientas, dale permiso al placer: escucha música, ríe con tus hijos, está contigo misma sin exigencias. Ve a terapia, no porque estés rota, sino porque quieres seguir creciendo. Y, sobre todo, recuerda que no estás sola. Sostenerse a una misma también se aprende”.

