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jueves 25 – diciembre 2025
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Cuando llueve, el urbanismo se pone a prueba

Cada temporada de lluvias en la República Dominicana se convierte en un espejo incómodo para nuestras ciudades. Bastan unas pocas horas de aguacero para que el tránsito colapse, los drenajes se desborden y zonas completas queden paralizadas. Pero lo más llamativo —y paradójico— es que los sectores donde el metro cuadrado alcanza los precios más altos del país suelen ser los más afectados.

En Piantini, Naco, Evaristo Morales o el Ensanche Julieta, donde se concentran las torres residenciales más exclusivas y los proyectos corporativos de mayor valor, los videos de calles anegadas son ya una escena habitual en cada tormenta. Lo mismo ocurre en Santiago, donde zonas como Los Jardines Metropolitanos o El Embrujo repiten el patrón.

Una paradoja urbana: lujo sobre drenajes obsoletos

Según el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), el 70% de los puntos críticos de inundación del Gran Santo Domingo están ubicados en sectores de alto desarrollo económico. Esto contradice la lógica tradicional de la inversión inmobiliaria, donde se asume que las zonas más caras deben ser también las mejor planificadas.

Lo que ocurre es que buena parte de estos sectores fueron diseñados en décadas pasadas bajo un esquema de baja densidad. Calles amplias, solares unifamiliares y pocos vehículos. Luego, el boom vertical cambió todo: torres de veinte pisos sustituyeron casas de un nivel, el pavimento se multiplicó, el suelo dejó de absorber el agua y los viejos drenajes, pensados para una carga muy inferior, simplemente colapsaron.

Hoy el resultado es evidente: mientras más moderno el edificio, más obsoleto el drenaje que lo rodea.

El drenaje: la infraestructura que no se ve, pero todo lo sostiene

En el sector inmobiliario solemos concentrarnos en lo visible: fachadas, amenidades, materiales, diseño interior. Pero la infraestructura pluvial —esa red subterránea que nadie muestra en los folletos— puede ser la diferencia entre un proyecto que crece en valor y otro que se deprecia con cada tormenta.

Un informe de la Cámara Dominicana de la Construcción (Cadocon, 2024) revela que los proyectos ubicados en zonas con historial de inundaciones registran una pérdida de valor de entre 8% y 12% en el mercado secundario, ya sea para venta o alquiler. Esto significa que, incluso con acabados premium, un edificio puede ver afectada su plusvalía simplemente porque el acceso se anega cuando llueve.

El drenaje, aunque invisible, se ha convertido en un indicador silencioso de calidad urbana. Un comprador de hoy no solo pregunta por los metros cuadrados o las cuotas del financiamiento, también quiere saber si el edificio se inunda cuando cae un aguacero.

Un problema estructural de planificación

La raíz del problema está en la falta de planificación integral. Durante años, los municipios y el Estado trabajaron de manera fragmentada, sin un plan maestro de drenaje que acompañara el crecimiento urbano. Las cañadas fueron canalizadas a medias o cubiertas con cemento, los nuevos proyectos se conectaron de forma improvisada, y en muchos casos, las redes sanitarias y pluviales terminaron mezcladas.

Según estimaciones del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), más del 60% de los sistemas de drenaje urbano en el país tienen más de 25 años sin una actualización significativa. Y en ciudades como Santo Domingo Este, gran parte de los nuevos desarrollos se levantaron sobre terrenos planos, sin pendiente natural, lo que agrava la acumulación de agua.

Es decir: no es la lluvia la que nos inunda, es la forma en que construimos.

El nuevo reto de los desarrolladores

Frente a esta realidad, los desarrolladores inmobiliarios tienen un papel crucial. Ya no basta con diseñar edificaciones estéticamente atractivas o con amenidades llamativas. Cada nuevo proyecto debe incorporar soluciones hidráulicas propias —pozos filtrantes, rejillas de captación, zanjas de retención o sistemas de infiltración— y, al mismo tiempo, prever cómo se integrarán con la red urbana existente.

En países vecinos, como Panamá o Colombia, no se otorga un permiso de construcción sin un estudio hidrológico certificado que garantice que el drenaje del proyecto no afectará al entorno. En la República Dominicana, esa verificación aún depende del criterio del proyectista o de la capacidad del ayuntamiento correspondiente, lo que deja un amplio margen para la improvisación.

Algunos desarrolladores visionarios ya están adoptando soluciones sostenibles, como sistemas de captación y reutilización de agua de lluvia, o pavimentos permeables en áreas comunes. Sin embargo, mientras el marco regulatorio no se actualice y los municipios no mejoren su red pluvial, estas acciones seguirán siendo esfuerzos aislados.

Invertir en drenaje es invertir en futuro

El drenaje urbano no es un lujo técnico ni un gasto invisible. Es una inversión que protege vidas, propiedades y reputaciones. Cada peso destinado a mejorar un sistema pluvial es un ahorro futuro en daños, mantenimiento y pérdida de valor inmobiliario.

La lluvia, al final, no hace distinciones sociales. Cae sobre todos por igual. Pero la manera en que la ciudad responde revela cuánto hemos avanzado en planificación, y cuánto seguimos dependiendo de la suerte.

Quizás la lección que nos deja cada aguacero es que el desarrollo no se mide solo en torres ni en metros cuadrados vendidos, sino en la capacidad de nuestras ciudades para seguir funcionando cuando el cielo decide ponerlas a prueba.

Mientras no asumamos que el drenaje también es parte de la arquitectura del progreso, seguiremos viendo cómo los sectores más caros del país —los mismos que simbolizan el éxito urbano— se convierten, cada vez que llueve, en los más vulnerables.

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El contenido y las opiniones aquí expuestas corresponden únicamente a su autor. Inmobiliario.do no asume responsabilidad por dichas afirmaciones ni las considera vinculantes a su visión editorial.
Joan Feliz
Joan Feliz
Es MBA especialista en marketing digital, gerente de operaciones de constructora Incaribe, con más de 10 años de experiencia en el sector construcción y turismo.
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