Desde el 1 de mayo de 2025, el contrato debe decir exactamente lo que se pagó, por dónde y cuándo. Si dice “transferencia”, deben existir los vouchers. Si dice “cheque”, debe haber copia, en efectivo solo si el monto no supera el medio millón.
SANTO DOMINGO. – Brenda estaba preparando un locrio de longaniza para cenar en su apartamentico en New Jersey cuando sonó el teléfono. Era César, su primo. Apenas vio el nombre, sonrió: “Este seguro viene con otra cátedra”.
– Prima… oye, anoche cuando me bajé de la guagua me quedé con algo importante que no quiero que se quede en el aire: los medios de pago. Eso ahora es ley en Dominicana, desde mayo de 2025. Si compras sin seguir eso, puedes meterte en un lío… o peor, que no te registren la transferencia del apartamento.
Brenda bajó el fuego a la hornilla y se sentó.
-Ay Dios mío, César, ¿qué es ahora? No me asustes.
-Tranquila. El sábado nos juntamos y te lo explico como Dios manda. ¿Te va bien a las 6 en El Maleconcito?, el de Dyckman. Te lo explico con mangú, un bistecito y una “cervesuana”, como debe ser.
Brenda soltó una carcajada.
-Está bien. Allá nos vemos. Pero no me vengas con más impuestos porque ya yo hice un presupuesto emocional.
-No, no es impuesto. Es procedimiento. Pero el sábado hablamos… y óyeme bien, me dijiste que varios agentes te han hecho propuestas, no vayas a pagar una reserva en efectivo ni por zelle, ni que te lo pidan de rodillas. Luego te digo por qué. Byeeeee.
Y colgó. Brenda no durmió muy bien, la frase la perseguía: “No te registran la transferencia”. Eso parecía grave. Y ella estaba decidida: esa casa en RD iba porque iba.
La cena que aclaró el lío de los medios de pago
El Maleconcito de Dyckman a las 6:00 de la noche estaba despejado todavía, aunque el ambiente parecía un pedazo de Santo Domingo incrustado en Manhattan: bachata al fondo, platos de sancocho y arroz blanco, el aroma de la sopa de pescado, los tostones chisporroteando.
César llegó con chaqueta de cuero, bufanda y ese aire de quien siempre tiene una opinión lista.
Brenda lo recibió con un abrazo fuerte.
– Dime, profesor, ¿qué es lo que me va a enredar ahora?
– Tú tranquila, siéntate y pide algo. Nada que se explique con hambre sale bien.
Pidieron su receta clásica: mangú con queso blanco frito para ella; mofongo con churrasco para él.
Cuando el camarero se alejó, César abrió su carpeta (claro que tenía una carpeta).
Prima, desde el 1 de mayo de 2025, en RD toda compraventa de inmueble tiene que demostrar claramente el medio de pago. Si no, la Dirección General de Impuestos Internos no registra la transferencia y se queda trancado el proceso.
Brenda abrió grande los ojos.
– ¿Cómo que demostrar? Mira, yo no soy como los estudiantes tuyos, háblame claro.
César empezó a enumerar con su mano, como si estuviera frente a un jurado:
1. Nada de efectivo para montos altos
– Si la propiedad cuesta más de RD$500 mil, el pago debe hacerse por medios bancarios: transferencia, cheque certificado, cheque de administración o carta remesadora.
– ¿Y si yo pago un inicial en cash porque me conviene?
– ¡No!. Te pueden rechazar la transferencia del título y tú no quieres eso, créeme.
2. Todo debe coincidir: contrato = comprobantes
– La DGII ahora revisa que el contrato diga exactamente lo que se pagó, por dónde y cuándo. Si en el contrato dice “transferencia”, deben existir los vouchers. Si dice “cheque”, debe haber copia.
Brenda anotó: Guardar todos los papeles.
3. Nada de “te lo pongo más barato en el contrato”
– Oye bien, los vendedores a veces quieren declarar menos, dizque para pagar menos ITBIS o menos ganancia de capital. NO TE METAS EN ESO. Si la DGII detecta discrepancias, no registran la transferencia y tú te quedas sin título.
Brenda: Eso sí que no. Yo quiero mis papeles limpios.
4. Si usas dinero de Estados Unidos, tienes que poder demostrarlo
– Porque te lo puede pedir la DGII… y también el IRS si te toca auditoría. Transferencias internacionales, recibos de remesas, estados de cuenta, todo eso guárdalo porque son las pruebas de que es tu dinero.
– Ay pero es que todo es un lío, César.
– Prima, comprar vivienda siempre ha sido un lío, solo que antes la gente se daba cuenta tarde. Ahora por lo menos te estoy avisando.
5. La parte más importante
– Si el vendedor no quiere dar comprobantes o insiste en pagos “informales”, te vas. Te paras y te vas. Porque si tú pagas y él no documenta, la DGII no te transfiere nada. Y tú no estás para cuentos.
Brenda respiró profundo y puso los ojos en blanco.
– Entonces, ¿qué me conviene hacer? Dame lo básico, así como para no meter la pata, deja anotar.
Los medios de pago sin dolor de cabeza son:
✔ Paga siempre por el banco (transferencia o cheque certificado).
✔ Evita el efectivo. Si te quieren obligar o enredar, es una bandera roja.
✔ Exige justificantes de cada pago. ¡De todo!
✔ Asegúrate de que el contrato diga exactamente cómo estás pagando.
✔ Guarda copias digitales y físicas de todo.
✔ Como vives fuera de RD, usa el mismo nombre en tu cuenta RD y USA (coherencia documental).
✔ Verifica, antes de firmar y asegúrate que el vendedor esté dispuesto a documentar todo ante notario.
Brenda cerró su libreta. Miró a César con mezcla de agradecimiento y cansancio.
– Prima, mira, si tú haces esto como es, vas a comprar tu casa sin trauma. Y la vas a disfrutar. Pero si te vas por el camino fácil, te juro que te vas a arrepentir.
– Está bien, te estoy escuchando y te haré caso. Eres un fastidio… pero un fastidio útil.
Al final brindaron con un morir soñando de chinola, mientras afuera, Manhattan seguía con su cielo gris de invierno.
Brenda, aunque un poco abrumada, se sentía un paso más cerca de Santo Domingo. Y sobre todo, más cerca de la casa de sus sueños.
Sonó su celular y respondió: ¡Aló! -espera César, es Teresa, mi amiga- dime Teresa, ¿cómo estás?
– Brenda, te llamo porque una amiga que se dedica a vender y alquilar casas me está ofreciendo un apartamento en Gascue. Creo que podría interesarte, mañana lo voy a ver.
– ¡Wao! ¿Y estás en Santo Domingo? Qué bueno, mira, llámame mañana por la mañana, que ahora estoy en medio de algo, saludos por allá.
Y siguió su charla con el primo César entre risas y anécdotas de cuando eran niños.
