Cada área de este increíble museo está diseñada para sentir el pasar del tiempo y admirar piezas únicas de patrimonio subacuático, en su mayoría originales, a excepción de dos réplicas a escala, una de ellas de la nao Santa María.
Por Amelia Cuesta
Redacción El Inmobiliario
SANTO DOMINGO.- En la hermosa Ciudad Colonial, calle Colón 4, se encuentra el Museo de las Atarazanas Reales (MAR), el primero de arqueología subacuática de la región. Su edificación colonial del siglo XVI ocupa 1,200 metros cuadrados, donde puede encontrar una colección de objetos provenientes de aproximadamente 12 naufragios que datan desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.
Lo que conocemos hoy como el MAR es el lugar donde funcionó el primer astillero de América, que comenzó a construirse alrededor de 1506. Aquí se reparaban barcos y se realizaban actividades de aduana para pagar los impuestos que se debían a la corona española por el comercio marítimo entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Originalmente consistía en dos bóvedas góticas y terminó como 40 años más tarde, con una tercera bóveda.
La directora del MAR, Mónica Gutiérrez Fiallo, cuenta que en 1976 se empezó a practicar la arqueología subacuática en la República Dominicana; donde el Estado y las compañías de rescate negociaron lineamientos dirigidos a mantener la transparencia de las expediciones y la recuperación de los bienes culturales, motivo por el cual en 1979 el arquitecto Pedro J. Borrell creo la Comisión de Rescate Arqueológico Submarino con su sede en el Museo de Casas Reales.
Desde allí se realizó una exposición de las primeras reliquias que pasaron a formar parte de la colección de la Comisión de Rescate Subacuático (sede Casas Reales), el Faro a Colón y el Museo Naval de las Atarazanas Reales, que en aquel tiempo contaba con una museografía completamente diferente a la actual.
Luego de un tiempo sin operar, en 2019 se realizó el proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para el remozamiento del Museo de las Atarazanas Reales. Se contrataron arquitectos dominicanos, entre los que figuran Esteban Prieto, Eugenio Pérez Montás, entre otros, bajo la gerencia de Alexy Cordones, el diseño estuvo en manos de Hidria-Reina de Corazones, mientras que la asesoría de la construcción naval fue responsabilidad de Cruz Apestegui. La museografía bajo la responsabilidad de la compañía Avanzia; con la colaboración de Pedro Borrell y un equipo de historiadores del Archivo General de la Nación; explica Gutiérrez.
Tras estos trabajos, en 2019 el MAR abrió sus puertas nuevamente en una fase moderna, pero como otras tantas cosas, debido a la pandemia de la COVID-19, solo operó unos meses. Pasada la crisis sanitaria, reabrió sus puertas en agosto de 2021 durante la actual gestión del presidente Luis Abinader.
En el MAR, las estructuras modernas conviven en armonía con las antiguas sin violentarlas. Los cristales del lobby permiten disfrutar sus monumentales columnas, los arcos en ladrillo y la imponente puerta de madera.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue la suave iluminación que contrasta con la luz de las piezas expuestas, pensada para dar un toque más real a cada espacio y adentrarnos en la historia que vamos a conocer.
La museografía es contemporánea, ligera e interactiva; un espacio acogedor e inmersivo en el que, si te lo permites y dejas volar tu imaginación, podrías incluso sentirte como un pirata a punto de recibir millones de riquezas.
Valentina González, coordinadora del MAR, nos describe cómo está segmentada la exposición. Y es que, el Museo de las Atarazanas Reales está dividido en cinco espacios, cada uno con una historia y aventura diferente.
En la sala que abarca el siglo XV y XVII puede apreciar los primeros naufragios europeos en La Española; luego pasamos a la del siglo XVII con el comercio global; los siglos XVII y XVIII con las rutas comerciales; siglos XVIII y XIX, que explica los conflictos bélicos y europeos en el Caribe; una réplica a escala real de la cubierta del galeón Nuestra Señora de Guadalupe -esta sala está llena de emoción, vemos literas, cañones, y te enseñan cómo se vivía en un barco, cómo se alimentaban y trabajaban, hasta como cuidarse cuando se enfermaban-; por último pero no menos importante, está la de exposiciones temporales y muestras dedicadas a la arqueología subacuática.
Varias pantallas acompañan su recorrido con las informaciones de cada expedición e historia en cuatro idiomas: ruso, portugués, español e inglés; un mapa interactivo y táctil; odoramas, un método de realidad aumentada que permite percibir aromas de las mercancías de aquellos tiempos; pantallas con material audiovisual explicativo y un cine. También ofrecen tours guiados sin ningún costo, la mejor opción, ya que hay muchísimos detalles más por ahondar y contar en cada exploración
Cada área de este increíble museo está diseñada para sentir el pasar del tiempo y admirar piezas únicas de patrimonio subacuático, en su mayoría originales, a excepción de dos réplicas a escala, una de ellas de la nao Santa María.

Dedicados a establecer al MAR como uno de los principales museos y centros de investigación de arqueología subacuática de Centroamérica y del Caribe, nos invitan a un paseo donde podemos recrear la historia de navegación con la evolución de navíos e instrumentos de navegación; conocer las similitudes y diferencias de las culturas de la época, y vivir experiencias que incentivan el conocimiento de la historia y al desarrollo de la identidad dominicana.
Museo para el mundo
El museo del MAR recibe visitas escolares. Para más información de sus ofertas deben ponerse en contacto vía email o número telefónico. Recuerden que las visitas están sujetas a cambios dependiendo de la cantidad de estudiantes, por la cantidad de personas que puede guiar cada mediador.
