SANTO DOMINGO. – Aunque no hace tanto tiempo que cerró, al hablar del Restaurante Maniquí los recuerdos llegan cargados de aromas a buena comida y mejor vino, a conversación nutritiva, arte, a risas y a café. Recordemos a Maniquí como una rica comida en tres tiempos:
Primer tiempo – entrada: Pan, recuerdos y un sueño
Detrás del Teatro Nacional, en la Plaza de la Cultura, una estructura paraboloide, como una copa invertida, acogió durante décadas un espacio donde una mesa era la excusa perfecta para sentarse, con o sin hambre, a conversar, soñar y paladear la experiencia cultural de turno, ya fuera música, pintura, teatro o fotografía.
Y la esbelta figura de Rafaela -Fellita- Caamaño, se deslizaba entre los asistentes, saludando a todos por su nombre. Ella fundó Maniquí en 1985 “con dinero propio y sin socios, solo con el empuje de la voluntad para hacer algo diferente”, según declaró hace tiempo, y durante décadas cosechó premios de gastronomía y sembró memoria. Junto a ella, el siempre recordado Cayetano Minaya -Feyé- su cómplice de cálido verbo.
“Allí se reunían peñas cada semana. Recuerdo en particular un grupo cuyo hobbie era armar aviones y autos antiguos a escala, por allá por 2005 o 2006. Lamentablemente, la última etapa de Maniquí como que no tuvo nada que ver con ese espacio de peñas culturales, círculos de lectura o coleccionistas. Creo que ese era su verdadero sello distintivo”, recuerda Naivi Frías.
En 2016 cerró por remodelaciones y en 2017 abrió con una nueva administración. Todo había cambiado.
(Aquí preparamos y servimos un morir soñando, frío y cremoso: leche evaporada, jugo de naranja, azúcar y hielo, unidos en un equilibrio perfecto. Refrescante como la memoria contada en voz alta.)
Segundo tiempo – plato fuerte: sabores y escenarios
La comida, y la bebida, en Maniquí salían a golpe de cultura en paralelo: arroces, carnes, mariscos, casabe, jugos y cocteles, a la carta o en su célebre buffet dominical, aderezados con programas de:
El menú gastronómico y cultural se maridaba con conversaciones interminables: se desbarataba y se arreglaba el país en cada mesa, se discutían libros y se tejían alianzas de todo tipo.
Uno de los platos preferidos no era el más sofisticado: el chicharrón de pollo, que a decir de la relacionista Vilma Yolanda Batista: “El mejor del mundo. La Bohemia en aquel lugar era increíble. Mi última visita fue justo a ver Monólogos de La Vagina, con Honey Estrella y Gaby Desangles.”
(Aquí acompañamos con un vino tinto robusto, fresco, de cuerpo entero, como el eco de guitarras y voces que todavía parecen resonar entre las columnas del paraboloide.)
Tercer tiempo – postre: Nostalgia bien servida
El cierre llegó antes de la navidad en 2023 y la versión más socorrida, de manera extraoficial, es que el Ministerio de Cultura haría “obras de remodelación” y rescindieron el contrato. Maniquí apagó sus luces después de casi cuatro décadas, pero en los alrededores aún se escuchan las risas y el tintineo de los cubiertos sobre la porcelana.
Fellita resumió ese legado en una frase sencilla y eterna: “Maniquí es parte de la historia cultural, bohemia, gastronómica, nostálgica y, desde su nombre y estética sociable, es un retrato maravilloso del sueño de Fellita.”
De Feyé, los periódicos no registran su voz y su muerte, poco documentada, dejó un silencio profundo en ese espacio que tanto defendió.
(En este punto, un café dominicano fuerte y aromático, acompañado de cascos de guayaba con queso crema y un shot de guavaberry: sencillo, auténtico y con el recuerdo de Maniquí en cada bocado y sorbo.)
Hoy el paraboloide sigue en pie, pero sin las dos palmeras de su entrada ni los acordes bohemios. Lo que queda es un recuerdo compartido: la certeza de que hubo un lugar donde comer era también asistir a una obra de teatro, descubrir un pintor, escuchar a un trovador o brindar por un libro recién nacido.
Y si echas de menos su carrito de ensaladas, ideado por Fellita para “enseñar a la gente a comer más sano”, aquí te dejamos la receta de una de las más populares:
Ensalada de arroz
Ingredientes:
4 tazas de arroz cocido
1/2 libra de jamón cocido picado en cuadritos
1 libra de tomates picados
20 aceitunas rellenas picadas
1 pepino picado
1/2 libra de queso mozarrella picado
Aderezo:
1/2 cucharadita de pimienta
1/2 cucharadita de sal
1 cucharadita de aceite de oliva
1 cucharadita de albahaca finamente picada
3 cucharadas de vinagre blanco
Preparación:
Mezcla todos los ingredientes en un bol y agrega el aderezo. Adorna con hojitas de perejil y albahaca.
Buen provecho, al estilo Maniquí, un lugar que fue mucho más que un restaurante: fue una mesa donde la cultura dominicana se servía en tres tiempos.

