El crecimiento del sector solo será sostenible si se construye sobre la base sólida de la transparencia y la seguridad para el comprador.
SANTIAGO. – El 2025 quedará marcado como uno de los años más retadores para la construcción y el mercado inmobiliario en el país, pues según el Reporte de Política Monetaria de septiembre del Banco Central, el sector construcción registró una caída de -12% en su crecimiento.
El organismo regulador de la política monetaria de la República Dominicana indicó en el reporte que esos resultados son el reflejo de la moderación de un mercado que creció tras la pandemia, y de unastasas de interés hipotecarias que alcanzaron niveles históricos de hasta 15 y 16%.
En medio de este panorama, los casos de malas prácticas inmobiliarias que salieron a la luz pública hicieron tambalear la confianza de los compradores, otro factor señalado también por desarrolladores y líderes inmobiliarios quienes sostienen que, aunque fueron pocos en número, su impacto mediático fue enorme.
Para muchos, el 2025 fue el año en que el sector tuvo que mirarse al espejo y reconocer que la credibilidad es tan importante como las cifras de ventas.
En palabras de José Alberto Espinal, bróker owner de Plusval zona Norte, “no todo está malo; lo bueno es que hemos aprendido a ser más rigurosos” y si algo enseñó el 2025 fue que la confianza no se improvisa.
Más allá de la competencia, las agencias se han unido en torno a un propósito común: garantizar seguridad al comprador.
Espinal también reflexiona sobre el aprendizaje que deja este año: “Este es un sector que gracias a Dios manejamos en hermandad. Hoy estamos en la actividad de un gran amigo, de otra empresa inmobiliaria, lo cual habla muy bien de la unión que existe y esa ha sido la clave para enfrentar la crisis de confianza”.
La nueva regla de oro
La lección es contundente: no basta con tener un proyecto atractivo, hay que blindarlo con procesos que aseguren su legitimidad. El fideicomiso, en particular, se convierte en un sello de confianza que ofrece mayores garantías para el ecosistema de la industria.
El gran giro del 2025 ha sido la depuración rigurosa de proyectos y promotores y Espinal lo plantea con claridad:
– Revisar el origen de los recursos y el financiamiento de cada proyecto.
– Verificar documentos y derechos de propiedad.
– Evaluar la trayectoria de los promotores.
– Exigir fideicomisos, permisos y licencias como condición indispensable.
Proteger al comprador: un compromiso ético
“Un producto que sacamos al mercado con nuestra marca, debe dar seguridad al cliente de que fue totalmente evaluado y saneado”, afirma el veterano asesor inmobiliario, en entrevista para El Inmobiliario.
El propósito final de este rigor es proteger al comprador. Espinal lo resume en una frase que resuena con fuerza:
“Nuestro propósito es minimizar al máximo los casos donde una persona pierda los sacrificios de toda su vida”.
En un mercado donde adquirir una vivienda implica años de esfuerzo, la responsabilidad de las inmobiliarias es garantizar que cada proyecto comercializado esté libre de riesgos, por lo que la depuración se convierte en un compromiso ético, más allá de lo empresarial.
Espinal sostiene que los escándalos inmobiliarios fueron un golpe duro en el año que termina, pero también un catalizador para que las agencias reforzaran sus procesos y elevaran sus estándares de seguridad.
La hermandad entre empresas, la depuración rigurosa y la exigencia de fideicomisos son ahora parte del nuevo lenguaje de confianza de un mercado inmobiliario dominicano que entra en 2026 con una lección clara: el crecimiento solo será sostenible si se construye sobre la base sólida de la transparencia y la seguridad para el comprador.
