El martes pasado, mientras me preparaba para salir a la oficina, pensaba sobre el tema que quería abordar para esta semana. Al reflexionar sobre la lista de tareas que realizaría en menos tiempo del acostumbrado gracias al soporte de la inteligencia artificial, decidí que hablaría precisamente de esto: la IA y sus bondades. Vaya sorpresa cuando minutos después me encontré con el artículo de la arquitecta y empresaria Yermys Peña, quien exponía este mismo tema desde la gestión del tiempo y la optimización cuando se pone el enfoque en aquellas tareas que la IA no puede ni debe ejecutar.
La visión sobre la inteligencia artificial está dividida. Algunos la abrazan, otros la consideran falsa y le restan mérito a quienes se apalancan de ella. Pero necesitamos replantear la conversación: la IA no es diferente de contratar un equipo de trabajo. Es simplemente un equipo virtual.
Cuando usas IA para redactar el copy de una publicación de propiedad, no estás siendo falso. Antes se contrataba a un copywriter. Cuando elaboras un correo a un cliente con asistencia de inteligencia artificial, no haces trampa; antes te apalancabas de un asistente para esa gestión. Lo único que cambió es que ahora ese asistente es digital. Y de la misma manera que inducías a un colaborador nuevo, ahora «entrenas» a la herramienta: le compartes tu visión, tono y valores.
En el sector inmobiliario, esto es particularmente valioso. Esas horas invertidas en redactar correos de seguimiento, crear descripciones de propiedades, elaborar propuestas comerciales o generar contenido para redes sociales pueden delegarse a la IA para obtener una primera versión sólida. Luego tú aplicas el criterio, el contexto local y la personalización que solo tú conoces de tu mercado.
Lo mismo con el contenido visual. Ajustar imágenes de propiedades para mantener la paleta de colores de tu marca o generar renders conceptuales no te hace falso. Es exactamente lo mismo que contratar a un diseñador gráfico, solo que ahora tienes esas asistencias integradas en una herramienta accesible.
Desde mi trabajo en desarrollo organizacional, he observado cómo equipos comerciales que integran inteligencia artificial logran dedicar más tiempo a lo estratégico: construir relaciones genuinas con clientes, entender necesidades particulares de cada familia, diseñar experiencias de compra memorables. La IA asume lo operativo; ustedes se enfocan en lo relacional.
¿Dónde está entonces lo irreemplazablemente humano en tu trabajo como asesor? En el momento en que miras a los ojos a un cliente y entiendes que detrás de la compra de una propiedad hay un proyecto de vida. En tu capacidad de leer la emoción de una familia al recorrer una propiedad. En tu intuición comercial para saber cuándo un prospecto necesita más información técnica y cuándo necesita ser escuchado. En tu criterio para negociar considerando no solo números, sino contextos y relaciones a largo plazo.
La inteligencia artificial no te despoja de tu humanidad. Te devuelve el tiempo para ejercerla donde realmente cuenta. Te hace más libre para ser estratégico, más presente donde se necesita presencia genuina, más humano en lo que verdaderamente requiere humanidad.
Así que usar IA no te hace menos auténtico, te hace más libre.



