SANTO DOMINGO.-El cambio climático se ha convertido en una amenaza para el desarrollo de los países. Algunos se verán más afectados que otros, pero la realidad es que todos están bajo la lupa. Según el informe “Actualización climática global anual a decenal”, de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las temperaturas continuarán en niveles récord, o cerca de ellos, durante los próximos cinco años en todo el planeta, lo que aumentará los riesgos climáticos y tendrá consecuencias cada vez más severas sobre las sociedades y economías.
De acuerdo con la OMM, se prevé que la temperatura media global anual cercana a la superficie terrestre entre 2025 y 2029 sea entre 1.2 y 1.9 grados Celsius superior al promedio del período preindustrial (1850-1900). La organización prevé que existe un 80 % de probabilidad de que al menos uno de los próximos cinco años supere a 2024, el año más cálido registrado hasta ahora.
El aumento de las temperaturas está relacionado con lo que se ha denominado la huella de carbono, que, según Naciones Unidas, es “la medida del impacto de todos los gases de efecto invernadero (GEI) producidos por nuestras actividades (individuales, colectivas, eventuales y de los productos) en el medio ambiente”.
Es decir, la mayoría de las actividades que realizan los seres humanos cada día generan gases de efecto invernadero que impactan directamente en la atmósfera. Estos son: dióxido de carbono (CO2), vapor de agua (H2O), óxido nitroso (N2O), metano (CH4) y ozono (O3).
De acuerdo con Yomayra Martinó, consultora en sostenibilidad, transición energética y acción climática, la huella de carbono “permite conocer las fuentes de dichas emisiones, su cantidad y el potencial de reducción de las mismas (mitigación)”.

Yomayra Martinó. (Fuente externa).
Para estimarla, se utilizan metodologías internacionalmente reconocidas, como el GHG Protocol o la ISO 14064, que consideran el consumo de energía, transporte, procesos productivos, uso de materiales, agua, generación de residuos y otros factores.
Varios informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), como el Reporte de Evaluación AR-6, han evidenciado que el aumento sostenido de emisiones de GEI debido a la actividad humana incrementa la concentración de estos gases en la atmósfera, alterando los patrones climáticos globales. Históricamente, el planeta había sido capaz de autogestionar estos cambios, pero actualmente, debido a los elevados niveles de concentración, esto ya no es posible.
“Este calentamiento y su concentración en la atmósfera han ocasionado los llamados ‘efectos adversos’, producto del cambio climático, tales como: el aumento del nivel del mar, olas de calor, pérdida de biodiversidad, sequías e impactos severos en sectores sensibles como la agricultura, la salud, la seguridad hídrica y, por supuesto, las personas y los ecosistemas en general”, señala Martinó.
Huella
La generación de gases de efecto invernadero no recae exclusivamente en las empresas, sino que las personas también emiten a través de las actividades que realizan. “La diferencia principal es el enfoque, es decir, su alcance”, explica Martinó, al precisar que se pueden calcular las emisiones derivadas de las actividades diarias.
En el caso de la huella corporativa o empresarial, se mide el impacto según sus operaciones o actividades comerciales directas (emisiones de alcance 1), consumo energético (alcance 2) y su cadena de valor (alcance 3). También es posible calcular el impacto de un producto o servicio, “por ejemplo, la producción de un bien y su transporte desde el puerto de embarque hasta el de desembarque, o el cálculo de emisiones de una cartera de financiamiento de una entidad bancaria en particular”.
Por otro lado, explica, a nivel país se lleva un inventario nacional de gases de efecto invernadero (INGEI). Según datos del ranking de países por emisiones de CO2, elaborado por Macro Expansion, en 2023, las emisiones en la República Dominicana crecieron 1,707 megatoneladas, un 5.76 % respecto a 2022, lo que ubica al país en la posición 111.
Emisiones
El consumo eléctrico, la ineficiencia energética y el uso de vehículos de flotillas obsoletas o de alto consumo de combustible forman parte de los generadores de grandes volúmenes de gases de forma silenciosa.
De acuerdo con Martinó, se suman la adquisición de bienes y servicios con alto contenido energético, el no aprovechamiento de materia prima secundaria, el desperdicio de residuos orgánicos, el uso de aire acondicionado en temperaturas exageradamente bajas, las compras en línea desmedidas y el consumo de carne roja, que también son fuentes subestimadas de emisiones personales.
Para reducir el impacto, recomienda hacer cambios como movilizarse en bicicleta o transporte público, consumir productos locales y de bajo impacto, reducir el uso del plástico, moderar el consumo de carne y evitar el desperdicio alimentario. “Lo importante es que cada decisión de consumo tiene una huella y reducirla es parte de nuestra responsabilidad climática”.



