Aunque la construcción crece en la zona metropolitana, la mayoría de las edificaciones no se destinan a la venta. El mercado se repliega hacia el uso propio y el alquiler, dejando en pausa la promesa de acceso a vivienda formal, dice el ROE 2025.
SANTO DOMINGO. – Cuando el 81.1% de las edificaciones en la Región Metropolitana se destinan a uso propio o alquiler, y esta proporción se mantiene como tendencia sostenida, se encienden las alarmas: el mercado inmobiliario está en un proceso de encogimiento.
Quien confirma esta contracción es el informe ROE 2025-1, elaborado por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), que revela que en la actualidad 8 de cada diez obras están destinadas a uso propio o alquiler, o lo que es lo mismo: el 81.1% de las edificaciones en la Región Metropolitana no se orientan a la venta, sino al uso patrimonial.
En ausencia de una estrategia pública que articule la oferta privada con las necesidades sociales, el crecimiento constructivo puede profundizar la desigualdad territorial y limitar el acceso a vivienda digna.
Y cita el documento que esta tendencia viene de modo sostenido desde 2022, reflejando un mercado que, cauteloso ante la baja demanda y la presión financiera, ha desplazado el modelo comercial. Solo el 12.7% de las obras se destinan exclusivamente a la venta, lo que plantea profundos desafíos para la política habitacional y la planificación urbana.
La proporción de obras para uso propio se mantiene estable respecto a semestres anteriores, lo cual es verificable en el ROE 2024-2, que decía que el uso propio representaba el 80.3% de los destinos, lo que indica una continuidad en la preferencia por construir para habitar o rentar, más que para comercializar. Hay factores estructurales que son los sospechosos habituales en el mercado inmobiliario: la falta de liquidez, el encarecimiento del crédito y la incertidumbre sobre la capacidad del mercado para absorber nuevas unidades.
Presión sobre el modelo comercial
El Banco Central reportó una caída de -2.3% en el valor agregado de la construcción durante el primer cuatrimestre de 2025, afectada por el aumento de las tasas de interés y la reducción en la demanda de vivienda formal y esta contracción golpea con mayor fuerza a los desarrollos orientados a la venta, que dependen de la rotación rápida de unidades y de la estabilidad financiera de los compradores.
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2022, el 61% de los hogares en el Gran Santo Domingo habita en viviendas propias, pero solo el 18% adquirió su vivienda a través del mercado formal, una brecha entre propiedad y acceso comercial que podría explicar, en parte, la baja proporción de obras destinadas exclusivamente a la venta.
Estancamiento del mercado
La arquitecta Maribel Villanueva, especialista en planificación urbana, señala que “la construcción para uso propio refleja una estrategia defensiva ante la falta de incentivos para el desarrollo comercial. Sin una política clara de vivienda asequible, el mercado seguirá fragmentado y con baja capacidad de absorción” (inmobiliario.do, 04/10/2025).
Por su parte, el economista Rafael Santana advierte que “la alta proporción de obras para alquiler puede generar una sobreoferta en segmentos medios, sin resolver el déficit habitacional en los sectores vulnerables” (inmobiliario.do, 12/09/2025).
Implicaciones urbanas y sociales
La concentración de obras para uso propio o alquiler plantea desafíos para la planificación urbana, pues en ausencia de una estrategia pública que articule la oferta privada con las necesidades sociales, el crecimiento constructivo puede profundizar la desigualdad territorial y limitar el acceso a vivienda digna.
Además, el bajo porcentaje de obras destinadas exclusivamente a la venta, un 12.7% según el ROE 2025-1, sugiere que el mercado formal sigue siendo inaccesible para amplios sectores de la población, lo que refuerza la informalidad y la autoconstrucción como mecanismos predominantes.
La construcción en la Región Metropolitana crece en número, pero se retrae en modelo que mueva el mercado. El predominio del uso propio y el alquiler sobre la venta revela una estrategia de contención frente a la volatilidad y, mientras el sector se adapta, la vivienda como derecho y como bien comercial sigue enfrentando barreras estructurales que limitan su expansión.

