No se puede hablar de intento urbanístico porque esa nunca fue la intención, además de que los forasteros de ropaje extraño no fueron bienvenidos.
SANTO DOMINGO. – Imagina la madrugada del 25 de diciembre de 1492: mientras en Europa se celebraba la Navidad con villancicos y misas, en el Atlántico tropical la nao Santa María se estrellaba contra la costa norte de la isla La Española.
Colón, que no barajaba pleitos, pensó rápido: “Si no podemos salvar la nave, la convertimos en casas y eso ahí se ve bonito. Aquí se quedan, hagan un campamento y me esperan, que vuelvo luego.” Y se fue a reportarse con la corona española.
Así nació el Fuerte de la Navidad, el primer asentamiento europeo en América… y también el primer desastre.
Entre maderas y palmeras
Con las tablas de la Santa María, los 39 hombres al mando de Diego de Arana levantaron empalizadas, algunas chozas e improvisaron una torre. Fray Bartolomé de las Casas cuenta que la vida en ese lugar era precaria: un calorazo sofocante, mosquitos implacables y vecinos taínos que les miraban recelosos con cara de “¿y estos de dónde salieron?”.
Oviedo añade que los europeos aprendieron a pescar y a curarse con plantas locales, aunque la dieta era más de frutas silvestres que de banquetes al estilo de las cortes europeas. En resumen: menos jamón serrano y más guanábanas.
Conflictos y misterio
El cacique Caonabo observaba a los intrusos desde la distancia. La convivencia y las precariedades hicieron crecer la tensión entre los españoles, que tenían constantes pleitos y choques por robo de provisiones discusiones y pequeñas rebeliones. El fuerte era frágil por fuera y por dentro, como una choza de playa mal clavada.
Cuando Colón regresó en noviembre de 1493, encontró solo ruinas y silencio. Nadie sabe con certeza qué pasó, aunque algunos cronistas dicen que los taínos atacaron, otros que los mismos españoles se pelearon hasta el final.
El misterio sigue abierto, porque ni el fuerte ni la Santa María han aparecido en excavaciones modernas. No hay rastro de la nave ni del campamento: el primer intento de establecimiento colonial se evaporó como el humo en la brisa atlántica.
Legado
El Fuerte de la Navidad fue más campamento improvisado que ciudad. No hubo calles ni plazas, apenas un refugio de madera disfrazado de esperanza. Duró menos de un año, pero quedó en la memoria como el primer intento europeo de asentamiento en lo que hoy es América.
Colón no se resignó: dos años después levantó La Isabela, con iglesia y plaza, el primer proyecto urbanístico del continente.
Allí sí hubo calles rectas, casas de piedra y una campana que marcaba el ritmo de la vida colonial. Pero esa será otra historia.
Hoy
En la costa norte de Haití, el sitio del Fuerte de la Navidad sigue envuelto en misterio. No hay ruinas visibles, pero sí una historia que invita a imaginar los hombres construyendo con tablas mojadas, los taínos observando desde la selva, y el Atlántico recordando que aquí no bastaba con improvisar.
Si en algún momento viaja a Cabo Haitiano y visita la zona histórica, no encontrará muros ni torres, aunque quizás le asalte la sensación de estar parado en el lugar donde comenzó todo… y donde también se aprendió que fundar una colonia no era tan sencillo como clavar unas cuantas tablas.
Moraleja
El Fuerte de la Navidad nos recuerda que levantar una colonia en el siglo XV no era cosa de clavar cuatro tablas y esperar lo mejor. La improvisación puede servir para un campamento de playa, pero no para fundar una ciudad y Colón lo aprendió a la mala. Pero, dos años después, intentó algo más ambicioso, un chín más para acá, que inició el Día de Reyes.
Nota didáctica
– La Navidad (1492): primer asentamiento europeo en América. Un fortín militar improvisado con los restos de la Santa María.
– La Isabela (1494): primer proyecto urbanístico europeo en América. Una ciudad planificada con plaza, iglesia y almacén real.
