El sargazo dejó de ser plaga turística y hoy define acuerdos, tecnologías y poder regional.
La segunda entrega de esta serie abre la gran pregunta sobre la sostenibilidad del turismo en República Dominicana. (2 de 5)
SANTO DOMINGO. – Lidia viajó desde Madrid a Punta Cana por sus vacaciones. Su hotel le pareció genial y temprano salió a la playa, buscando la foto qu le vendieron en la agencia de viajes. Al pasar el club de playa percibió un olor fétido, nauseabundo, que se llegó con un golpe de brisa. Recogió su toalla y unos metros más adelante encontró una brigada de trabajadores que apilaba basura con palas y un rastrillo mecánico. Su entusiasmo desapreció cuando oteó el horizonte de izquierda a derecha y toda la playa era marrón.
A la gama de colores del Caribe hay que añadir ese: el marrón del sargazo, que llega desde el Atlántico por toneladas, empujado por aguas más calientes y alimentado por la contaminación, según advierten los expertos. Un fenómeno que, como los huracanes, ya figura entre los principales riesgos regionales, pues invade playas, espanta turistas, desvela a hoteleros, pescadores y gobiernos, y deja un derrame aproximado de 200 mil dólares en limpieza.
Más que eso el sargazo dejó de ser un problema ambiental y se transformó en un frente geopolítico. Ha sido tema de conferencias internacionales, cumbres de cancilleres, alianzas tecnológicas e inversiones millonarias. Y, como en todo recurso estratégico, no faltan las disputas y tensiones.
El entusiasmo que genera la probabilidad de sacar partido a la macroalga invasora, también abre espacio a sospechas de que lo ambiental se use como propaganda más que como solución.
“Si no hay regulación y monitoreo, el sargazo puede convertirse en el nuevo oro que pocos controlan y muchos padecen”, alertó la ONG Grupo Jaragua.
La poeta y divulgadora Ruth Heller escribió que el mar de los sargazos siempre fue “un mar dentro del mar”, misterioso y autónomo. La metáfora aparece en su libro A Sea Within a Sea: Secrets of the Sargasso (2000). Más allá de la poesía, en 2025 el Caribe se ha convertido en un “mar dentro del mar global”, donde se debate si el “oro marrón” será motor de bioindustrias, y quién dominará la cadena de valor, o si seguirá siendo, apenas, basura pestilente.
Tensiones diplomáticas y pragmáticas
Una de las disputas más palpables ocurrió cuando México y República Dominicana crearon la mesa bilateral para gestionar la llegada de las más de 40 mil toneladas de algas que se esperan en sus costas en 2025. Las tensiones surgieron sobre quién asumirá los costos del tratamiento del alga, especialmente por toxinas, metales pesados y logística, y sobre quién se quedará con los beneficios de una eventual cadena de valor comercial.
El sargazo representa uno de los grandes desafíos del turismo en la actualidad. (Solangel Valdez/El Inmobiliario).
En México los hoteleros de Quintana Roo denunciaron que las barreras y apoyos oficiales no cubren todos los kilómetros de costa afectados, según publicó El Economista en 2021 y en el resto del Caribe comunidades de playas menos turísticas demandan que los compromisos internacionales se traduzcan en acción local tangible, no solo diplomas y mesas redondas.
En la República Dominicana el gobierno ha presentado iniciativas fuertes (Gabinete Nacional, decretos, coaliciones regionales), a los que se suman iniciativas académicas, pero también se reporta la brecha entre el discurso diplomático y la implementación práctica en playas menores o comunidades costeras que no pertenecen a destinos turísticos.
El tablero internacional
La escritora Jean Rhys, en su célebre novela Wide Sargasso Sea (1966), lo transformó en metáfora de identidades ahogadas y tensiones coloniales ocurridas durante el primer viaje de Cristóbal Colón, cuando sus marineros se inquietaron por ver tanta maleza rodeando las naves. Cinco siglos después, ese mismo mar se multiplicó y se precipita por toneladas sobre las playas del Caribe, trazando un mapa de poder inédito en la región.
En la COP28 de Dubái, de 2023, la Unión Europea presentó la iniciativa Turning Sargassum into an Economic Opportunity dentro de su estrategia Global Gateway para América Latina y el Caribe. Allí Francia y territorios como Guadalupe y Martinica, México y República Dominicana, asumieron liderazgo.
La Unión Europea destina parte de su cooperación climática a este tema y el BID lo coloca en su portafolio financiando proyectos por más de US$2 millones, aunque persiste la brecha entre compromisos y ejecución local.
El sargazo subió un escalón: pasó de ser una molestia turística a una estrategia global donde se deciden fondos, resoluciones y tecnologías que pronto podrían exportarse a África o el Pacífico.
¿Será el oro marrón del Caribe la chispa de una bioindustria justa, o un espejismo diplomático que esconde más costos que beneficios?
En junio pasado, durante la Tercera Conferencia de los Océanos de la ONU (UNOC3) en Niza, la República Dominicana lideró una actividad sobre la crisis, convocando a socios como México, Francia, Costa Rica, la Asociación de Estados del Caribe (AEC), OECO, etc., para presentar una resolución sobre flujos comunes de sargazo, monitoreo, financiación y gobernanza.
Esos acuerdos aún no se traducen en un ritmo claro de implementación o financiamiento suficiente, según se desprende de declaraciones de Alicia Bárcena, de México, quien reconoció que “no tenemos tiempo para modestias graduales”. La presión de esperar acciones urgentes, se traduce en tensión entre la urgencia científica/ambiental y las capacidades reales de ejecución.
La cadena de valor como horizonte
República Dominicana está llamada a liderar las acciones para combatir el sargazo. (Solangel Valdez/El Inmobiliario).
El 2025 avanza y con él los intentos de articular la cadena completa: monitoreo satelital (proyecto de INTEC), recolección en altamar, pretratamiento, transformación industrial y mercados de exportación. Más que nada. por primera vez se habla de compromisos de volumen y plazos, no solo de proyectos piloto.
Con la inversión adecuada, la República Dominicana, por su infraestructura, capacidad universitaria y rol turístico, puede liderar la plataforma regional, pero si se rezaga, México o las islas del Caribe Menor asumirán ese rol.
El sargazo ya no es una simple marea hedionda que afea las fotos para Instagram y les hace la vida de cuadritos a los pescadores y a los hoteleros. Es un desafío geopolítico, económico y ambiental que, como el azúcar en el pasado reciente o el turismo en el presente, puede marcar la historia del Caribe en el siglo XXI.
La disyuntiva es si la región logrará convertirlo en una industria justa y sostenible o si quedará atrapado entre promesas y costos crecientes de limpieza. En el horizonte, sin que lo vea Lucía, se dibuja un mar dentro del mar, como escribió Ruth Heller: un universo autónomo de misterios y posibilidades.
El Caribe debe decidir si el sargazo será basura o futuro.
Referencias
Comisión Europea. (2023). Turning Sargassum into an Economic Opportunity. COP28, Dubái.
Reuters. (2025). Mexico, Dominican Republic propose joint efforts to fight sargassum seaweed.
INTEC. (2025). Proyecto ResAgro-Sargazo.
Dominican Today. (2025). Tourism Minister allocates US$1 million for sargassum research.
Banco Interamericano de Desarrollo. (2024). Proyectos DR-G0014 y DR-G0015.
Wired. (2025). There Is More Sargassum Than Ever in the Caribbean.
The Guardian. (2025). Seaweed startups in Grenada.
Vogue Business. (2025). Could this invasive seaweed become the cashmere of the ocean?