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¿Quién paró la construcción en RD? La pregunta que nadie quiere responder

La construcción dominicana fue durante más de una década el corazón económico del país. Donde se levantaba una grúa, se levantaba también la confianza. Cada proyecto nuevo era un mensaje: “este territorio tiene futuro”. Sin embargo, 2025 rompió la narrativa. La obra no se detuvo… pero dejó de acelerar. Y un sector que ya no avanza, aunque no retroceda, deja una gran interrogante en el aire: ¿quién paró la construcción en República Dominicana?

La economía avanza, pero el cemento retrocede

Las cifras del 2025 muestran un contraste difícil de ignorar. La economía general ha crecido por encima del 2 %, pero el sector construcción acumula una variación negativa superior al –7 %. Esto no es una sensación: es un freno real en el motor que durante años empujó al país.

Aún más preocupante: los permisos privados de construcción han caído más del 35 % en comparación con el año anterior. Menos licencias, menos proyectos. Menos proyectos, menos transformación del territorio. En un país donde la construcción es más que un sector —es una señal social—, esta desaceleración tiene peso. Es posible que no estemos ante una crisis. Pero sí estamos ante una advertencia.

No es falta de dinero: es falta de seguridad en el modelo

Pese a esta desaceleración, la inversión extranjera sigue alcanzando cifras récord y el turismo mantiene un crecimiento sostenido. La banca tiene liquidez y el mercado inmobiliario sigue siendo atractivo dentro y fuera del país. Entonces, ¿por qué el sector construcción no está reflejando ese impulso?

La respuesta no está en el bolsillo, sino en la confianza. El inversionista no se ha ido, simplemente está esperando señales claras: reglas previsibles, tiempos razonables, permisos definidos y productos adaptados a la nueva demanda. En otras palabras: el dinero está ahí… pero no entra donde reina la incertidumbre.

La matemática se volvió el principal obstáculo

Entre 2020 y 2025, el costo de construcción se ha disparado. Solo los materiales —cemento, acero, herramientas e insumos importados— aumentaron alrededor de un 50 %. Eso ha reducido los márgenes a niveles críticos. Hoy muchos desarrolladores se encuentran atrapados entre dos males: si suben el precio, la demanda se retira; si no lo suben, el proyecto no es viable. Por eso tantos planos siguen guardados y tantos terrenos esperan. No es falta de ambición. Es la realidad numérica que no perdona errores.

El crédito existe… pero ya no fluye: gotea

La banca dominicana ha mantenido su disposición a financiar construcción y turismo, pero los procesos ahora son más lentos y exigentes. Más papeles, más evaluación de riesgo, más tiempo de análisis. En una industria donde el dinero depende del avance por etapas, un desembolso que se retrasa puede distorsionar todo el cronograma de obra. El financiamiento está… pero ya no camina: se desliza a paso cauteloso.

La permisología: el freno silencioso

Hay otro factor que no aparece en los balances, pero sí en cada conversación entre empresarios del sector: obtener permisos puede tomar más tiempo que ejecutar la obra completa. El problema no es solo la duración, sino la imprevisibilidad. Las reglas no siempre están claras y la continuidad de ciertos regímenes fiscales y normativos se percibe como incierta. En construcción, la burocracia no es un trámite: es una variable financiera. Y cuando la regla no está escrita… el proyecto deja de interesar.

La demanda cambió de idioma… y la oferta no siempre lo aprendió

El comprador dominicano del 2025 ya no piensa solo en vivienda. Piensa en retorno, en alquiler temporal, en plusvalía, en ticket promedio y en movilidad. Habla el idioma del capital. Quiere saber cuánto puede ganar y cómo puede salir. Pero parte del mercado sigue respondiendo con metraje, ubicación y brochazos visuales. Sin estrategia, el proyecto se vuelve un producto bonito… pero mudo.

El mercado dejó de ser “emocional” y pasó a ser analítico. Y un comprador analítico no compra si no lo convencen con números.

Entonces… ¿quién paró la construcción?

No hay una sola mano detrás del freno. Lo paró el costo, lo paró la permisología, lo paró el tiempo bancario, lo paró la falta de adaptación y lo paró la incertidumbre regulatoria.

Pero, por encima de todo, lo paró algo positivo: el mercado dejó de perdonar la falta de estrategia.

¿Es el final… o el principio de otro modelo?

2025 no tiene por qué ser el año de la caída. Puede ser el año en que se renueve la manera de construir. Hoy el país tiene demanda real, capital extranjero, turismo fortalecido y territorios emergentes. El reto no es volver a construir “como antes”. El reto es construir con más inteligencia que antes.

Porque el próximo ciclo del desarrollo inmobiliario dominicano no lo liderará el que levante más torres… sino el que entienda mejor dónde está realmente el futuro del territorio.

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Joan Feliz
Joan Feliz
Es MBA especialista en marketing digital, gerente de operaciones de constructora Incaribe, con más de 10 años de experiencia en el sector construcción y turismo.
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