Mariano Briceño, fundador de Grupo Bricket llegó al país en el año 2000, luego de explorar distintos mercados internacionales y convencerse de que República Dominicana era el lugar ideal para sus aspiraciones de crecimiento.
Se define como un venezolano comprometido que se debe a la tierra que lo vio nacer, con agradecimiento a “esta maravillosa tierra”, que lo acogió y le ha permitido que sus sueños e ilusiones se asienten y crezcan.
Briceño es ingeniero industrial, con una maestría en gerencia. Desde joven sintió inquietud por retribuir lo que su entorno le había dado.
“Y esa es un poco la misión de mi vida, devolverle a la tierra, a la comunidad lo que ellos nos han dado. Y como misión empresarial promover el desarrollo. Y ese concepto es bien importante porque se trata de hacer cosas que promuevan bienestar, que potencien calidad de vida a todo lo que está a nuestro alrededor”, relata.
Mariano es oriundo de Barquisimeto, una ciudad comercial ubicada en el centro-occidental de Venezuela, de vocación agrícola y de servicios. “Los barquisimetanos tenemos lo que nos ganamos con nuestro esfuerzo. Somos gente trabajadora, luchadora, que aprecia a la familia, el campo, su comunidad, porque tenemos que esforzarnos para ganarnos lo que queremos”.
Su padre era médico y su madre era hija de un hacendado. Procrearon cinco hijos a los que enseñaron fuertes valores. Para el presidente del Grupo Bricket, la familia es lo más importante, porque es el refugio y el principal sostén. En su trabajo y sus acciones, muestra su sentido de apoyo al prójimo. “Eso también te genera apoyo y confianza. Este es un negocio de confianza”, precisa.
Empresario inmobiliario
En el año 1976 empezó a trabajar como promotor de desarrollo inmobiliario, tras acumular experiencia en varias empresas. Recuerda que su primer proyecto fue de 50 casas. Evolucionó hasta llegar a construir complejos residenciales de hasta 5,000 viviendas al año en su país natal.
Su viaje por nuevos caminos se inició como parte de una estrategia de expansión. “Porque ya teníamos suficiente tecnología y conocimiento. En Venezuela éramos medianamente grandes y lo más adecuado era salir a vender nuestras capacidades a otras geografías”.
Su trayectoria comenzó por Juan Dolio, en la zona este, y en el 2011 se trasladó a Santo Domingo con el fin de desarrollar proyectos de mayor envergadura. A la fecha han edificado más de 2,500 viviendas. Su nuevo proyecto habitacional, Araya, será levantado en Punta Cana.
“Creo que va a ser una experiencia muy interesante porque lo sometimos a un proceso de auditoría con el Banco Mundial para demostrar que nuestros procesos y nuestra forma de pensar realmente cumplían con las normativas y requisitos para ser reconocido como un proyecto verde, sostenible”, enfatiza.
Para este inversionista extranjero, la honestidad, la justicia y la transparencia forman parte de su estilo de vida.
Se identifica con el buen trato al personal que trabaja en las obras. Ahí llega gente de cualquier nivel, hay que tratarla como un ser humano, darle sus baños limpios, sus condiciones”.
“Nos hemos ocupado más de hacer las cosas bien que de acumular”, expresa.
Mariano José, su hijo mayor, ha asumido las riendas de la empresa, de la que también forman parte sus hijas Elia y Andrea. Sin embargo, aclara que no se retira, sino que asumirá su rol de asesor.
Sobre si encontró lo que vino a buscar a tierra criolla, respondió: “Sí, lo encontramos y estamos súper agradecidos. Aquí nos quedamos y nuestro plan es de aquí seguir expandiéndonos”.
Contenido publicado originalmente en El Inmobiliario impreso #12.

